Guardarse un cambio para el minuto 119 de unos cuartos de final de un Mundial y que sea el del portero puede sonar a casualidad o a genialidad, pero Louis van Gaal lo hizo. Vistos los antecedentes y el trabajo realizado por Ignacio Palacios-Huerta, profesor de la London School of Economics, que también se dibuja en un ‘Informe Robinson‘, todo apunta a una teoria científica, del estudio concienzudo de los lanzadores de penaltis.
¿Les suena la teoría de Juegos de John Nash? ¿Aquella que se popularizó gracias a la película ‘Una mente maravillosa‘? Por aquí van los tiros.
La afición de Ignacio Palacios-Huerta por el fútbol (jugó en el Barakaldo) y por las matemáticas derivó en un estudio que puede resultar fundamental para determinadas acciones del fútbol, especialmente en la de los penaltis.
Como cuenta en su blog Luis Garicano, compañero de Palacios-Huerta, el profesor se interesó por cómo jugaban dos futbolistas en situaciones de «suma cero», es decir cuando uno gana y otro pierde, y se dio cuenta de que los estudios eran puras teorías de laboratorio, que no existía ni una base de datos al respecto y que todo era una pura abstracción.
¿Cómo podía ser que un deporte como el fútbol no aplicara patrones matemáticos como se utilizaban en el baloncesto, el béisbol o el fútbol americano para tener los máximos datos en una situación de cara o cruz, de uno contra uno como es la del penalti? Y escribió «Professionals Play Minimax«, publicada en Review of Economic Studies en 2003. Para ello recopiló en vídeo 1400 penaltis de las ligas inglesa, española e italiana y empezó a desarrollar la teoría de Juegos en esa situación.
Estableció una serie de consideraciones, la primera desalentadora: los futbolistas a veces tiran los penaltis de manera aleatoria y entonces es imposible predecir cómo lanzarán las penas máximas en el futuro.
Las siguientes no lo fueron tanto. Los lanzadores zurdos tienden a chutar a su lado natural, a la izquierda del portero; los metas tienden a lanzarse al lado natural del delantero y las probabilidades con las que actúan son tales que las dos estrategias resultan en que para cada uno de ellos, las probabilidades de éxito en los dos lados se ecualizan.
Es decir: «Si, me va mejor mi lado natural, pero te sorprendo lo suficiente con mi lado malo como para que me valga la pena, pero no más de lo que debo sorprenderte«, como comenta Garicano.
Terminado el estudio, Palacios-Huerta disponía de una base de datos única y una serie de conclusiones: un 80 % de los penaltis acaban en gol; el 60 % de las veces los jugadores eligen su lado natural, y también los porteros.
Su trabajo se dio a conocer tras la publicación de Simon Kuper de ‘Soccernomics‘ y fue ofrecido a diferentes clubes y federaciones, al principio, sin éxito. Pero el Chelsea lo probó en la final de la ‘Champions‘ de 2009 y solo un resbalón de John Terry y una decisión equivocada de Nicolas Anelka -no hizo caso a lo que le decía la chuleta de Ignacio- impidió el éxito.
En el ‘Informe Robinson’ citado, se desvela que Palacios-Huerta había contactado con la Federación Holandesa que tenía en su poder todas las tendencias de los lanzadores españoles antes de la final del Mundial de 2010, aquella en la que Andrés Iniesta evitó que se llevara a la práctica la teoría del juego.
Dicen que la base de datos del exjugador del Barakaldo ya recoge 14.000 penaltis y no sabemos si su mano estuvo anoche presente en la decisión de Louis van Gaal. De lo que si tenemos noticias es de una genialidad, del trabajo de Frans Hoek y del ‘trash talking‘ de Tim Krul. Sospecho que el otro triunfador de la noche se llama Palacios-Huerta y claro, John Nash.