“¿Qué te parecería escribirnos una columna semanal desde Inglaterra? Después de siete años lo tienes que conocer todo muy bien y sería muy interesante conocer tus experiencias propias, deportivas y personales, la forma en que se vive el fútbol desde ojos de un futbolista alejado del glamour de los grandes de la Premier… Lo que se te ocurra”
– «¡Oh, bien! ¡fantástico!«, pensé de entrada cuando me lo propusieron mis amigos de am14. Hacer algo diferente me apetecía. Pero en cuanto me dijeron «Andrea, vamossss”, la mente se me apagó. ¿Qué digo? ¿Qué explico? ¿Qué escribo? “Lo que se te ocurra. Es tu columna y tu mandas”. Vale. Pues eso será.
De entrada bueno es presentarme, porque está claro que seguramente no todos los que estén leyendo esto me conozcan. Yo gané una Liga y una Champions. Sí, sí. Jugué un partido de Liga en San Mamés en la temporada 2005-06 y en mi currículum eso cuenta. Estaba en el Barça B y Rijkaard, un tipo encantador y un muy buen entrenador, tuvo la osadía de darme minutos en el cierre de aquel magnífico año.
Después volví al filial y al cabo de un año, cuando lo tenía hecho con el Aris griego, Robert Martínez me convenció para irme al Swansea con él. No era una maravilla porque el equipo estaba en League 1, que es como la 2ªB en España, pero me apeteció la aventura. Porque rechazar la Primera griega por la tercera inglesa era una aventura. Lo elegí, además, despreciando un par de ofertas de 2ªA por la ilusión de conocer una nueva cultura. Con el paso de los años no me quejo. Primero porque quejarse no vale la pena y segundo porque tampoco me ha ido tan mal.
Bueno. Es verdad que he jugado poco en la Premier porque después de subir dos categorías en cuatro años, cuando el Swansea ya estaba en Primera, a Brendan Rodgers, el entrenador que vino por Robert Martínez, no le debí entrar por el ojo derecho. De jugar 69 partidos en tres temporadas pasé a jugar solamente tres en la 2011-12 y, claro, al acabar el año me busqué la vida. Pero dejé mi firma en Swansea, en la Premier. Conseguí el gol más rápido de la temporada: 24 segundos tardé en marcarle al Wolverhampton. Nunca he acabado de entender porque el señor Rodgers se olvidó de que yo podía jugar.
Gustavo Poyet me ofreció irme al Brighton cuando pensaba en volver a España y, bueno, fue fácil decidirme porque Poyet es una persona que te habla tan claro que si te quiere, te ‘caza’. En Brighton he vivido dos años fantásticos a nivel personal y extraños en el aspecto deportivo. El primero, con Gus, fue excelente: jugué 36 partidos, llegamos al play-off para el ascenso y me consideraron entre los mejores del equipo. El segundo acabó siendo un calvario. Con Òscar García, que vino como nuevo entrenador, me entendí bien, pero la rodilla me fastidió mucho. Me pasé más de media temporada lesionado y a pesar de ello llegué a jugar 16 partidos. Pero al acabar el año el dueño del club decidió no renovarme por lo mismo que me pagaban. La pela es la pela, aquí y en China, y el caballero quiso reducirlo todo.
Así que del sur, Brighton, he ido a parar al norte, arriba del todo, a Blackpool. Y otra vez por ‘sensaciones’. Estoy en un club histórico en pleno renacimiento, en remodelación absoluta. Desde que acabó la temporada me llamaron algunos clubes de Segunda aquí en Inglaterra y también en España. Sobre el papel tenía mejores lugares para ir, clubes con el presente más clarificado, con menos dudas… Pero cuando quien te llama es un entrenador, en persona, hay algo que te dice que es especial. José Riga, el del Blackpool, fue tan sincero conmigo al teléfono que al cabo de dos días cogí el coche desde Swansea (donde estaba entrenando) hasta Blackpool para conocerle a él y hablar con el club. De eso hace apenas diez días y aquí estoy. Buscando casa, mirando esa montaña rusa al lado de la playa y acostumbrándome al naranja (a ver si acabamos siendo mecánica).
El sábado empezamos la Liga en Nottingham, en el City Ground. Un campo precioso y una afición muy leal a su equipo. Y para allá irán al menos mil de nuestros hinchas. Porque aquí, en Inglaterra, esto es habitual. El lunes os cuento. Pero deseadnos suerte, porque de entrada la vamos a necesitar.
Andrea Orlandi es futbolista del Blackpool.