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A veces miras pero no ves, oyes pero no escuchas. Te desesperas porque no entiendes nada. Te hundes en la depresión preguntándote en qué puedes haber fallado y le das vueltas y más vueltas a las cosas. Y cuanto más lo piensas menos lo entiendes. Y no lo entiendo. Lo que pasó el sábado no lo había vivido nunca. Es el peor partido en el que he estado presente desde que soy profesional. Bueno, el del sábado no fue muy diferente al del Ipswich, pero claro, que te metan seis en casa… Aún se quejó poco la gente.
Fue un calvario. De locos. No hay excusa posible y hundido en el banquillo me fijaba en la cara de los hinchas y aún me deprimía más. Ya no sé si merecemos esto, pero ¡ellos no! Me acordé de aquel aficionado que me escribió la semana pasada, Eddie Scott, y con él de todos los demás que acudieron al estadio. Y volví a deprimirme.
Podríamos buscar excusas, que es típico en el fútbol. El campo, por ejemplo. Está horrible y no entiendo qué le hacen para que a cada partido esté peor, pero viendo al Bournemouth eso no se sostiene porque estaba tan mal para ellos como para nosotros. Me encantaron, lo reconozco. Y lo digo tal cual. Es un equipo humilde y bien trabajado, en el que los hombres suplen a los nombres y van todos a una. Todos quieren jugar, todos corren… Da gusto verles y me recuerdan mucho al Swansea. Cuando las cosas se hacen bien obtienes la recompensa y ahora mismo tienen sabor a Premier. Me alegraría por ellos, de verdad. El cansancio es otro clásico al que se recurre. Y no entra tampoco en los parámetros porque el equipo entrenó bien toda la semana, sin excesiva carga de trabajo y parecía llegar bien al partido.
Yo pienso que al balón hay que quererle más. Por mucho que corras, si cuando te llega la pelota no sabes qué hacer con ella ya puedes rezar a quien quieras porque no habrá manera. La pelota no miente y si la cuidas con mimo ella te respeta. Lo aprendí hace muchos años y sigo pensando que eso es algo imprescindible en el fútbol. Solo puedo pedir perdón a los aficionados del Blackpool por la parte de responsabilidad que me toca. No se merecen que les faltemos al respeto de esta manera con partidos así y aunque llevo ya cuatro partidos en el banquillo entiendo que es una situación desesperante.
El martes pasado volví a jugar uno de esos partidos que disputamos los que jugamos ahora menos. Otra vez contra el Fleetwood sub… no se qué. Jugadores muy jóvenes y que no se hasta qué punto sirvió al equipo. Jugamos en el estadio aprovechando el magnífico estado del césped y para dejarlo aún mejor para el sábado. ¡Madre mía, qué patatal!
El tema es que yo iba a jugar en mi posición normal, en el centro del campo, y en punta un chaval que estaba a prueba y del que no diré el nombre. Había entrenado toda la semana con nosotros y el día del partido no se presentó. Nadie sabía donde diablos estaba y con todo el lío me vino el entrenador del sub’18, que nos dirigía,y me preguntó si me importaba jugar en punta. ¿Por qué no? Ahí estaba yo, con el 9 a la espalda y al más puro estilo Michu. Al menos lo pasé bien y volví a jugar con los gemelos Oriol, que lo están pasando realmente mal. Me gusta tener buenos futbolistas alrededor y si por desgracia solo puede ser en estos partidos, pues adelante. Jonathan Legear marcó un golazo tremendo. Para quien no le conozca, decirle que quedó máximo goleador de la Europa League con el Anderlecht. Ya veis que el fútbol puede ser muy caprichoso. Hoy volveremos a tener otro partido de estos, en Burnley. A ver qué tal va.
Al menos ayer llegó mi familia desde Barcelona y después de diez días tenía muchas ganas de volver a abrazar a mis niñas y Laura no se podrá quejar porque se encontró la nevera llena. Os cuento. Mi casero es un futbolista que ahora juega en Londres. Le compraba la carne y el pescado a un tipo entrañable que se llama Taff, hincha acérrimo del Plymouth Argyle que lleva en su furgoneta productos de primera calidad congelados. Un buen día se presentó en casa y me dijo: “Me manda tu casero”. Desde entonces le compro filetes, pollo, entrecots, pescado… El viernes vino a casa y llené la nevera y el congelador. Postres, canapés… Todo previsto.
Y aprovechando que es un tipo al que le encanta el fútbol, nada mejor que tomarnos un café en casa, porque a Taff le encanta mi café, y charlar un buen rato de lo humano y lo divino del fútbol. El Plymouth está en League-2, la cuarta división, y el sábado (lo vi ayer) ganó por 3-0. Van quintos, en puestos de promoción y me alegro ni que sea por él. Al menos poder alegrarte de tus amigos es un consuelo.
Os quiero desear a todos unas fiestas de Navidad fantásticas. A pesar de todo, es una época del año que me gusta especialmente. Cuando éramos pequeños íbamos a casa de mis abuelos en Italia. Aterrizábamos en Bologna, alquilábamos un coche y recibíamos un bocinazo a los cinco minutos. Era un clásico porque mi padre siempre ha sido un conductor de dudosa calidad. Imaginaros que una vez le multaron ¡por ir demasiado lento!. Mi hermana y yo nos reíamos mucho en los asientos de atrás durante esas tres horas de carretera hasta llegar a casa de los abuelos y allí, al llegar, ya estaba preparada la mesa con una sopa de Passatelli impresionante. Mi abuela, a la que echo mucho de menos, era una cocinera impresionante. Y mejor persona. Me gusta la Navidad porque es momento también de recordar tu pasado y alegrarte de lo que has vivido. Tener la familia al lado significa mucho para mi.
Me pongo sentimental. No lo puedo remediar. Y de alguna manera me ayuda a superar este mal trago que estamos pasando en el equipo. El viernes jugamos en Sheffield contra el Wednesday, que perdió en Craven Cottage por 4-0 contra el Fulham y estará con ganas de recuperarse. Con las mismas que deberemos tener nosotros. Y con la esperanza que tengo yo de darle la vuelta a esta situación podéis imaginaros como me voy a tomar esta semana. Es el famoso Boxing Day, un día especial para los hinchas y supongo que a pesar de todo nos acompañarán para darnos su aliento.
Vienen días fuertes porque el domingo jugamos otra vez, en casa con el Rotherham, y algo me dice que pueden ser partidos importantes en muchos sentidos. Luego vendrá la FA Cup en Birmingham contra el Aston Villa y espero que para entonces el ánimo esté mejor en el vestuario y en el club.
Volveremos a leernos el cinco de enero. Un descanso al Orlandi’s Monday nos vendrá bien y espero que cuando volvamos a leernos, dentro de dos semanas, las cosas puedan verse diferentes.