“En un mundo súper profesionalizado, si quieres tener un amigo, lo mejor que puedes hacer es comprarte un perro”.
Esta frase, que fue popularizada por Fernando Alonso cuando le preguntaron por la competencia existente en la Fórmula 1, es en realidad un aforismo recurrente en las escuelas de negocios donde se formaron el 90 por ciento de las personas que ocupan el palco del Camp Nou.
Con la decisión de sustituir a Xavi Martín como Director de Comunicación del Barcelona, Sandro Rosell ha decidido primar el negocio por encima de la amistad. Tras los fallidos ensayos con Pere Jansà y Ketty Calatayud, el perfil de Xavi Martín era el de un Director de Comunicación respetuoso, dialogante y que trataba de tender puentes con los medios… aunque en la mayoría de las ocasiones estuviera superado por los acontecimientos. Y todo apunta a que la segunda parte del mandato de Rosell va a estar más bunquerizada que la primera y que para ello hacía falta otro perfil comunicativo. Del tender la mano, se va a pasar al ‘prietas las filas’.
Martín superó con nota algunas puestas en escena como la fulminante decisión de suspender la comida de Navidad del pasado año al recaer Vilanova o la rueda de prensa de urgencia en la que se dio a conocer el nombre del sustituto de Guardiola de manera inmediata, y logró que Messi descubriera que en la Ciutat Esportiva hay una sala de prensa. Ahí demostró una capacidad que le fue claramente insuficiente cuando tuvo que expresar su mensaje a través de los directivos. Ya puedes ser el mejor Director de Comunicación del Mundo, que si al portavoz del club, que en teoría debería ser tu principal aliado, le da por decir que “el actual entrenador supera a Guardiola en muchas facetas, incluso la personal”, estás vendido. También lo estás si el vicepresidente deportivo, dos días antes de que te fulminen, dice que “con Messi, el problema ha sido de comunicación”. Que lo diga la misma persona que minutos antes había dicho que “es bueno que Messi se lesione”, tiene su guasa. Tampoco ayuda mucho que el todopoderoso Director General no diga jamás esta boca es mía ante casos como la caótica gira veraniega o el fiasco del césped del Camp Nou, que requerían una explicación institucional.
Por no hablar de un presidente que desde el primer día ha sido de todo, menos claro en sus mensajes. De Rosell no sabemos aún si le marcará la línea al Madrid “enfadándose mucho” o si seguirá saludando efusivamente a Florentino Pérez en los palcos; si mantendrá el respeto del Fair-Play o amenazará de nuevo con “meterles cinco en la final de Copa”; si aún es “más cruyffista que Cruyff” o si celebra que Johan “como persona, no acuda al palco” o si prefiere titulares que digan “no deja entrar niños, pero no ha matado ninguno” a que le pregunten por su relación con Ricardo Teixeira.
Ante tal material humano para encauzar comunicativamente el club, cuatro directores de comunicación en tres años y medio hasta me parecen pocos. Para los del palco, el problema de comunicación siempre es de los otros. ¿Pero se han mirado al espejo?. Milagros, a Lourdes.
Santi Giménez es periodista del Diario As.