En la gran feria del barcelonismo había de todo. Literalmente. Aquello era un mercadillo de dimensiones desproporcionadas en las que uno podía encontrar desde camisetas con lemas del Barcelona como si de las de un grupo musical se tratara, pasando por golosinas en azul y grana, jamón con el emblema, chancletas y zapatillas de ir por casa con el escudo, toallas, material de oficina, menaje del hogar, ropa interior, carteras y mochilas variadas, y hasta objetos inclasificables en este texto apto para todos los públicos. Allí había cualquier objeto para cambiar la decoración. La iniciativa del presidente Josep Lluís Núñez tenía un cariz de mercadotecnia que fue degenerando, y no sólo porque ahora se lleguen a ver coches de gama alta tuneados con los colores del club. El asunto no tardó en desvanecerse, aunque sigue vigente.
Una vez, el entonces técnico sir Bobby Robson paseó por el recinto para dar por inaugurado el evento. Y la gente, más que invitarle a las paradas para ver los expositores, le pedía otro tipo de productos: futbolistas. Y es que aquella copia barata del Mercat de Sant Antoni no tenía ni punto de comparación con la que acontecía en el plano deportivo. Eso sí que era (es y será) un mercadillo con feria incluida en el que encontrar hasta una muñeca chochona bautizada con el nombre del jugador más fracasado que haya pasado por el club (a gusto del lector, que si no esto se hace eterno).
En el mercado de fichajes sí que hay souvenirs, novedades y hasta artículos de coña. Y hoy, como ayer, el Barça debe ir a dar una vuelta por los puestos con el cesto de la compra. Revolución, capítulo 2.719. Hay que visitar la feria del Barça y encontrar productos y más productos para remodelar el vestuario del Camp Nou antes de la megalómana rehabilitación que tiene planeada el club. Primero, la plantilla. Ya habrá tiempo para centrarse en el andamio. Como ocurriera con Johan Cruyff en varias ocasiones, como aconteciera con Robson, Louis van Gaal, Llorenç Serra Ferrer, Carles Rexach, Frank Rijkaard, Pep Guardiola… por poner los ejemplos más patentes y recientes.
No se realizaron modificaciones importantes en los dos últimos cursos, y eso evitó ir a la última. Tal vez, por ese motivo es bueno recuperar el ejemplo de la gran feria del barcelonismo. Porque estaba compuesta por dos términos: Barça y manía. No en vano, es precisamente locura lo que está generando el equipo azulgrana en esta temporada que parece escrita por los guionistas de Perdidos. Por el título del serial y por lo enrevesado de la trama.
También ha florecido la planta de la crítica alrededor del estilo del grupo. Ahora parece que jugar bien no sirve, que no es tan elegante o lícito como antaño. Las modas son así de crueles. La nueva temporada primavera-verano hace renacer el juego directo, al contragolpe, con férreas defensas y pocos complementos. Como si ir con los trapos que llevaba la escuadra azulgrana fuera algo desfasado y fuera de lugar.
No obstante, si el Barça quiere seguir a la última y mantener los éxitos, deberá redecorarse. Ir al mercadillo de fichajes y llevarse las mejores incorporaciones. Es ahí, en esas tiendas callejeras, donde uno descubre las verdaderas tendencias. Hay que dejarse de zarandajas elitistas con aire acondicionado y dejarse la suela de los zapatos en el asfalto ardiente. Sobre todo, porque en el club azulgrana hace falta renovar la ropa del armario. Nada nuevo, ya se hizo en otras ocasiones.
Ahora bien, sin tocar el estilo. Que varíe la forma, no el fondo. Que vista con ropajes más chillones, o con colores menos vivos, pero que siga siendo fiel a su característica manera de ser y jugar. Vendrán muchos nuevos jugadores este verano, habrá una purga descomunal, se desinfectaran las taquillas y las habitarán nuevos inquilinos. Pero la idiosincrasia ni se roza. Con ella se crea tendencia, se logran éxitos y también, nacen críticas materializadas en manías. Barçamanías.
Andrés Corpas es periodista de El Mundo.