Stade de France (París), 15 de marzo. Apenas dos minutos para finalizar el último partido de la última jornada del torneo de las VI Naciones y el corazón de millones de aficionados irlandeses, ingleses y franceses se detiene. Los galos acaban de lograr el ensayo que les da la victoria frente a Irlanda y el título vuela a Inglaterra. Pero el árbitro, el australiano Steve Walsh, ha visto un pase que podría ser ilegal y ha pedido que se revise la jugada en video.
Pero retrocedamos dos horas. O’Driscoll, corazón irlandés, coraje celta y sentimiento blaugrana está a punto de escribir con letras doradas su nombre en la historia del rugby. Brian, que posee varios récords del campeonato y que anunció que tras el torneo se retira de la selección, se encuentra en el vestuario y escucha en silencio, como un jugador más, a su capitán Paul O’Connell, mientras éste lanza a sus compañeros las últimas arengas. Los jugadores se agarran fuertemente en un círculo y se conjuran para salir a librar una gran batalla, para algunos la más importante de su vida. De ellos depende ganar ese trofeo que nació en 1871 y que sólo unos cuantos irlandeses consiguieron. De ellos depende despedir como se merece a una de las leyendas del rugby. No pueden fallar.
Esa misma tarde, Gales ha pasado por encima de Escocia (51-3) en el Millennium Stadium en un partido intrascendente, mientras que Inglaterra, el llamado XV de la rosa, ha hecho los deberes y ha vencido a Italia por 11-52 en el Stadio Olímpico, colocándose así líder del torneo a la espera del Francia-Irlanda. Los del trébol necesitan vencer en tierra francesa para arrebatar el trofeo a los ingleses. Los galos tienen una remota posibilidad de conseguir el título, pero deben ganar por 47 puntos de diferencia, una auténtica quimera.
Suenan los himnos. Tras el Ireland’s call el estadio ruge con La Marsellesa y gracias al aliento del público los franceses se ponen por delante en el marcador. Minuto 14 y Machenaud ya ha conseguido pasar dos veces el balón entre palos. 6-0 y los irlandeses, demasiado acelerados, no atinan.
Pero los irish son todo fe y oficio y en el minuto 21, tras una elaborada jugada con once fases de ataque, logran el ensayo, de la mano de Sexton, que no consigue transformar. Poco después consiguen el segundo gracias a un error garrafal de Louis Picamoles, que completamente solo no logra blocar el balón que le llega chutado y provoca el avant y la correspondiente melé. Tras ganarla Irlanda, su medio melé, Conor Murray realiza un pick & go excelente y asiste al ala Andrew Trimble para que pose el oval tras la linea de ensayo. 6-12.
Los franceses se sacuden el polvo y en una primera parte trepidante consiguen marcar tras jugada de fantasía, con un excelente chute de Machenaud que le palmean a Brice Dulin para que ensaye. 13-12 y final muy emocionante con fallo de Sexton al chutar a palos un golpe de castigo. Suspense y alternativas en el marcador. Errores y aciertos. Una final que cumple con creces con las expectativas generadas.
Descanso. La estadística está a favor de Francia. Desde 2005 ha ganado los quince partidos jugados en casa en los que llegó a la media parte con ventaja.
Y se reanuda la batalla. Nervios, muchos errores y Francia que aprieta con muchas fases de ataque seguidas. Pero en un gran contraataque de Sexton, los irlandeses se adelantan de nuevo en el marcador. Y tras transformar el chut y otro golpe de castigo se colocan 13-22.
Los bleus no se amilanan y mediante la delantera, lanzados por el coloso Mathieu Bastareaud, de 120 kilos y una potencia sobrenatural, consiguen ponerse a dos puntos. 20 a 22, Sexton se rompe, abandona el campo en camilla y varios jugadores tienen la cara llena de sangre. La lucha es épica.
Minuto 69. Machenaud falla un chute a palos que les ponía por delante. Los nervios y la pasión dominan a la mente.
Minuto 75. Los irlandeses mantienen el balón, saben que sólo deben aguantarlo como sea durante cinco minutos y patearlo fuera del campo para alcanzar la gloria. Tiran de oficio. Tres minutos manteniéndolo y chocando contra la defensa del gallo. Pero cometen falta y Francia lanza un contraataque increíble, precioso, pasional y quirúrgico, con muchísimos pases a la mano, que acaba en ensayo. Se cae el estadio, los franceses se abrazan, llora todo Irlanda y su enemigo histórico, Inglaterra, festeja a miles de kilómetros.
Pero ha habido una jugada dudosa. Un pase que el árbitro pide revisar. Todo aficionado al rugby contiene el aliento. Tras el visionado, que se muestra al público presente en el estadio y por televisión al de casa, no hay duda de que el tanto debe anularse. Los irlandeses ganan el campeonato y Brian O’Driscoll aumenta su leyenda al retirarse de la selección consiguiendo su segundo torneo de las VI naciones.