Super Bowl: ganó el halcón mecánico

Acabó la temporada de la NFL y lo hizo en un partido sin historia. En una de las finales más desequilibradas de la era Super Bowl, los Seahawks de Seattle arrollaron a los Broncos de Denver por 43-8. Los 35 puntos de diferencia igualan la tercera mayor diferencia de puntos en una Super Bowl, que tenían los Cowboys de Dallas tras ganar a los Bills en la Super Bowl XXVII, y se halla sólo por detrás de la victoria de los Bears en la XX edición (36 puntos) y la memorable gesta de Montana y Rice en la XXIV (45 puntos).

La primera jugada del partido, un mal snap del center de los Broncos que acabó en un safety, sólo era el presagio de una larga noche para los pupilos de John Fox. Seattle lograba la anotación más rápida en una Super Bowl y recuperaba el balón, que llevaría sin problemas una y otra vez hacia las profundidades del campo de los de Colorado. Sintomático de esa facilidad para atravesar las trincheras de Denver fue que Seattle sólo tuvo que sacar a su punter en una ocasión. Así las cosas, los de Pete Carroll hicieron uso de Hauschka en los primeros compases del partido para ampliar su ventaja a base de field goals y se encomendaron a su defensa para mantener a raya al mejor ataque estadísticamente de la historia.

Y vaya si lo hicieron. El MVP fue para el linebacker Malcolm Smith, pero ello fue porque no podía ser entregado a toda la defensa de Seattle. En una exhibición prodigiosa, tanto en términos físicos como tácticos, ahogaron y frustraron a todo aquel que llevara zamarra naranja. El front seven se cenó a la mejor línea ofensiva del país, una línea que fue incapaz en todo momento de ofrecer protección a Peyton Manning. Y, por si fuera poco con no dejar al quarterback lanzar de manera cómoda, su secundaria realizó un trabajo sensacional. A destacar la figura de Kam Chancellor, el safety, tanto o más merecedor del MVP como Smith. En ningún momento pareció que Denver pudiese derrumbar la muralla que había planteado Carroll y únicamente consiguieron anotar cuando el partido estaba más que decidido.

Manning (34/49 para 280 yardas, 1 TD, 2 INT y un fumble), con dos interceptaciones (una de ellas retornada para touchdown por el a la postre MVP Smith), volvió a ensombrecer su legado con una actuación que no estuvo a la altura de las circunstancias. Si bien es cierto que su línea ofensiva estuvo horrorosa y sus receptores no consiguieron zafarse de la estupenda telaraña tejida por los Hawks, lanzó varios pases que jamás tendrían que haber salido de su brazo. Entre ellos, la primera interceptación, un lanzamiento terrible que acabó en las manos de Chancellor. En la segunda interceptación fue la extraordinaria línea defensiva de Seattle la que tuvo la culpa, pero Peyton pudo haber perdido la pelota en otras ocasiones. Para el libro de los récords, Manning borró otro registro de Brady al completar 34 pases, superando los 32 que tenía el quarterback de los Pats en la Super Bowl XXXVIII que ganaron a los Panthers. Demaryius Thomas también estableció el récord de más recepciones en el gran partido con trece pases.

En la previa, comentábamos que las defensas ganan campeonatos. Ya es la quinta vez en seis ocasiones que la mejor defensa se impone al mejor ataque. Ese fue el caso ciertamente la pasada noche, y los del estado de Washington tienen los mimbres adecuados para marcar una época en este deporte. No sólo es su titánica defensa, sino el talento que tienen en la otra línea. Eclipsados por una actuación que podría hacer sombra hasta al mismísimo sol, los jugadores del ataque de Seattle completaron un enorme partido. Wilson (18/25 para 206 yardas y 2 TD, además de 26 yardas en carrera en tres intentos) hizo lo que quiso con la pobre defensa de Denver, mientras que Lynch (39 yardas en 15 intentos y un TD), a pesar de no tener su mejor día, consiguió varias carreras importantes. Los receptores Baldwin y Kearse lograron ambos llevar la pelota a la zona de anotación atrapando pases de Russell e incluso Harvin, que sólo había recibido una pelota en todo el año debido a sus lesiones, retornó para TD el kickoff que daba inicio a la segunda parte poniendo un escandaloso 29-0 en el marcador y que básicamente sentenciaba el partido.

Se avecinan largos meses de dudas para Denver. Con un equipo que destrozó prácticamente todos los récords ofensivos, se quedaron en únicamente un touchdown en el único partido que importa. Más ligera será la espera para los Seahawks, con un futuro brillante por delante si mantienen el bloque. Para los aficionados, nos quedan nueve eternos meses hasta que regrese de nuevo la acción. Nueve meses para que alguien dé con la clave de cómo atacar una defensa que, ayer más que nunca, transmitió una sensación de perfección en cada una de sus acciones más acorde a un videojuego que a un partido real. ¿Quién se atreve a intentarlo?

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