Sincronizada: Ucrania gana, España se derrite

 Se temía que pudiera pasar, y pasó. La amenaza de Ucrania se convirtió en realidad y la final de Combo en el Campeonato de Europa en Berlín dejó a la selección española de natación sincronizada por detrás de la nueva potencia. Con el Dúo pendiente de un hilo y el Equipo obligado a remontar en la final, España se abre a una nueva y dolorosa realidad: ya no está en la cúspide en la que se había acomodado.

Descenso en la competitividad no existe, falta de entrega tampoco, bajón en la calidad de las nadadoras que tomaron el relevo de las retiradas no se adivina. ¿Qué pasó? ¿Qué pasa? “España es la única selección que lucha contra España”, advirtió ya antes de la competición una persona de la propia selección. Aunque hace ya dos años que hubo el cambio de mando, la sombra del pasado se mantiene de manera inalterable en la sincronizada.

Da igual que Anna Tarrés mantenga un discreto silencio porque a la que llega una competición acude al primer plano la comparación. Y en esa comparación Esther Jaumà siempre tiene todas las de perder… Por mucho que el presente se adivinase similar fuera quien fuera la responsable de la selección.

España creció por generación espontánea ganándose un lugar en la élite. Rebasó a Canadá, a Japón… a todas las rivales que se le pusieron delante excepto, claro, a las intocables rusas. Pero en los últimos años existió la sensación de que habiéndose ganado su lugar, sus miras estaban más dirigidas a acercarse a Rusia que a mirar de reojo a las demás contrincantes. Y aunque de puertas afuera todo el discurso estuvo dirigido a ese argumento, de puertas adentro se sabía la otra realidad.

El Mundial junior de 2006 dio a conocer a una nueva potencia mundial. Dos años antes de disputarse los Juegos Olímpicos de Pekín, China emergió a ojos de la sincronizada como la selección del futuro. Mientras la selección absoluta española se acercaba a la excelencia, por detrás, las juniors se las veían y deseaban para mantener el pulso con una selección marcial, brutal en sus ejercicios y que se colocaron de sopetón en lo alto.

Pero es que a partir de ahí, a los dos años, en 2008, Ucrania también dio el paso adelante. Un equipo desconocido, muy joven, muy fuerte, muy ‘ruso’… No era aventurado imaginar que aquellas crías que tanto brillaron en San Petersburgo estarían preparadas para, en no demasiados años, jugarse cara a cara las medallas en categoría absoluta con las españolas en un Europeo, un Mundial o unos Juegos Olímpicos.

Y ese momento ha llegado. Puede, debe, hacerse autocrítica. Puede y debe mirarse hacia dentro, a la propia federación española para buscar respuestas. En tiempos de crisis, la sincro se ha tenido que ajustar el cinturón y las colaboraciones externas del pasado han desaparecido.

Entre una cosa y otra, ha llegado el Campeonato de Europa en Berlín y mientras Rusia observa desde su cómodo pedestal, Ucrania ha dado el temido baño de realidad a esta joven España, sobrada de talento y orgullo pero condenada ante la pujanza de su rival.

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