Su referente siempre ha sido Paolo Maldini; su ansia, jugar hasta los 40 o un día más. Su condena, su última condena, son las lesiones y cuando a un futbolista de 35 años le golpean tanto y está hasta siete meses sin jugar, todo se complica.
Carles Puyol lo sabe. Más allá del Mundial del próximo verano, su objetivo está en sumar un minuto más, un partido más, sumar y sumar, pero sobre todo volver a jugar y no volverse a lesionar.
36 lesiones en 13 años, a casi tres por ejercicio. Repetidos pasos por el quirófano y una vuelta a empezar, un regreso continuado a la casilla de salida, una lesión más, un año más.
Puyol es consciente de que en esta temporada se juega su futuro. Si es capaz de completar unos meses indemne, su sueño continuará vivo, en el caso contrario, todo se desvanecerá.
Hoy, siete meses después, 220 días más tarde de la última gloriosa noche en el Camp Nou, Puyol ha vuelto a estar en una convocatoria. Se lesionó en marzo y se sometió a una artroscopia en la rodilla derecha. Debía estar entre cuatro y ocho semanas de bajas, pero los meses iban cayendo y no había noticias de Puyol.
Las molestias persistieron y el 19 de junio tuvo que volver a pasar por el quirófano. Una nueva tortura, una nueva recuperación, vuelta a empezar. Esta vez no había prisa.
A mediados de agosto empezó a dejarse ver por la ciudad deportiva. Ejercicios de fuerza y carrera continua acompañado por Juanjo Brau.
Un mes más tarde completó la primera sesión con el equipo. Hoy ha lucido orgulloso junto con la pizarra en la que volvía a aparecer su nombre.
Un día Puyol le escribió una carta a Paolo Maldini que, con 41 años, se retiraba. Mañana el capitán espera seguir sumando, y en Milán y ante el Madrid, pero sobre todo ir apurando partidos, semanas y meses. ¿Jugar a los cuarenta? Difícilmente a este paso.
La foto procede del instagram de Puyol