En los últimos meses, Sandro Rosell está demostrando una capacidad infinita de complicarse gratuitamente la existencia con decisiones que no aparecían en ninguna agenda. De la prohibición de que los menores asistieran sin entrada al Camp Nou –rompiendo una tradición centenaria– a la idea de crear una grada de animación o a la puesta en marcha de un mecanismo para construir o remodelar un nuevo Estadio, decisiones todas ellas que podían reposar en el cajón de los asuntos pendientes sin que supusiera ningún problema en el día a día del club.
Desde su llegada a la presidencia en 2010, Sandro Rosell ha demostrado que, por lo general, gestionar los conflictos no ha sido su fuerte. Ocurrió en el caso Guardiola y después en la resolución del caso Abidal, pero nada comparable con el ‘tsunami’ producido hoy a raíz de unas declaraciones de Leo Messi enviadas por correo electrónico.
De un tiempo a esta parte, desde determinados ámbitos del barcelonismo se ha lanzado un mensaje envenenado respecto a Leo. En esa teoría del caos, habría llegado el momento de vender a Messi, una operación en la que estaría interesada la otra gran multinacional deportiva y con tres destinos posibles –aten cabos–.
La teoría se apoyaría en la extrapolación actual de las declaraciones realizadas por Rosell en las que ya estando fuera del Barça recomendaba a Jan Laporta haber vendido antes de su ocaso a Ronaldinho y en la necesidad de promocionar a la estrella emergente del momento: Neymar.
Seguramente puro oportunismo, pero con un barniz de inquietud al comprobar cómo se han ido desarrollando los hechos en los últimas semanas, en las que el Barça y Rosell han estado en el centro de todas las dianas.
El primer error de Rosell es permitir que Javier Faus, el vicepresidente económico, el hombre fuerte de las conexión con Catar, exprese en público que no se le puede renovar el contrato a Messi cada seis meses y menos cuando un juez de la Audiencia Nacional ha pedido la documentación de la operación Neymar por si hubiera negligencias en la misma.
¿Habrían servido las comisiones pagadas para aumentar la ficha de Neymar? ¿Será cierto que el brasileño es el mejor pagado de la plantilla? ¿Se sentirá celoso Leo por ello?
Lejos de toda especulación, si Leo dice: «El señor Faus es una persona que no sabe nada de fútbol. Quiere manejar el Barcelona como si fuera una empresa y no lo es. El Barcelona es uno de los equipos más grandes del mundo y merece ser representado por los mejores dirigentes, también«, es que la carrera de Faus en pos de la sucesión de Sandro está absolutamente enterrada.
Rosell ahora se ha visto en la necesidad de apagar el juego iniciado por Faus y tendrá que pagar a Messi por lo que es «el mejor jugador del mundo«, pero la herida ya está abierta y desconocemos si ha dejado de sangrar.
Están siendo unas semanas complejas para el presidente y para el Barça. Ha aparecido en las portadas la supuesta implicación –desmentida por el Ministerio del Interior y por la Guardia Civil– del padre de Messi en una trama de narcotráfico; el estudio del juez Ruz –el mismo que lleva el caso Bárcenas– del caso Neymar por si admite una demanda contra Rosell al respecto; la posibilidad de que el Barça pueda convertirse en S.A. por un informe de la Unión Europea, el rumor de que al ‘Tata‘ le podrían «hacer un Robson» y marcharse al término de la presente temporada y un asunto menor, los 200.000 euros que reclama una empresa (MCM) por un impago en la nueva Masía.
La estrategia de comunicación estaba diseñada para situar como titular la renovación de Andrés Iniesta en estos días navideños, pero todo se ha ido al traste. Messi, Neymar, el ‘Tata’, amenazas de demandas, la vida azulgrana judicializada como en los buenos tiempos de Núñez o de Laporta. Con goles en propia puerta, el Barça está siempre envuelto en un bucle que supera al mejor de los guiones de intriga y potencia su infinita capacidad de autodestrucción.
Durante un tiempo pensé en titularlo: «Cuando ganan los malos», porque en la vida a veces pasa eso, aunque solo sea porque es difícil saber quienes son, en realidad, los buenos. De hecho, en las películas los malos ganan durante una hora y media como mínimo y pierden en los últimos cuarenta segundos, les marcan un gol en el tiempo de descuento. Uno se levanta contento de la butaca, pero en algún lugar del cerebro, o del corazón, intuye que cuando se acaben los créditos les puede pasar alguna cosa que les chafará la guitarra….
(Texto entraído de ‘Bienvenidos al Mundo Real’, libro escrito por Sandro Rosell en 2006)