Convertir en personal un asunto general nunca es una buena cosa y menos cuando el punto de partida es la venganza. La situación en la que queda la junta directiva de Josep Maria Bartomeu tras la sentencia de la Acción de Responsabilidad Social es muy compleja; el presidente debe decidir si acaba con los lazos que le unen desde siempre con Sandro Rosell o toma ya sus propias decisiones.
El actual Barça, derrotado en los tribunales deportivos y ordinarios, y observado en el terreno de juego tras la última derrota en el Bernabeu, se ha despistado en los últimos años en cuestiones accesorias y el proyecto se ha resentido.
Apuntar todos los cañones contra la directiva de Joan Laporta fue una de las primeras decisiones de la directiva de Rosell. En aquella Asamblea de Compromisarios, trufada de medias verdades y muchas mentiras, pesaron más unos recibos por la compra de un pollos a l’ast que los títulos conseguidos en el anterior mandato. Los socios votaron a favor de iniciar una Acción de Responsabilidad Social contra Laporta y algunos exdirectivos, una decisión apoyada por Bartomeu y en la que Rosell votó en blanco.
Ahora ha llegado el momento de la verdad para Bartomeu. Hasta ahora, nada de todo esto parecía ir con él o con su directiva, una directiva que no es la suya, sino la de Rosell.
La decisión del juez de exonerar a Laporta es un regalo para Bartomeu, que tiene la oportunidad de cerrar de una vez esta puerta y no dejarla entreabierta, como ha ocurrido en otros casos cerrados en falso como el caso Neymar o el contencioso que mantiene con la FIFA a causa de las contrataciones de jóvenes jugadores que impedirán al Barça fichar en el futuro de no mediar una nueva suspensión cautelar.
El Barça debería sentarse en el diván y pensar en qué ha ocurrido desde 2010. ¿Por qué el presidente más votado de la historia ha desaparecido de la escena y ha dejado una sombra de sospecha? ¿Por qué la directiva no ha sido capaz de renovar el mejor equipo de la historia de la entidad? ¿De verdad no tiene ninguna responsabilidad Bartomeu en todo lo que está ocurriendo después de decidir no convocar elecciones? ¿Se siente legitimado para continuar al frente del club?
Tardó ocho horas el Barça en emitir un comunicado tras conocer la sentencia judicial. Dice que estudiará en una reunión de la junta si decide recurrir o si lo deja como está. Tiene 20 días hábiles, no hay prisa para ello.
Un revés judicial se puede convertir en una oportunidad, pocas veces ocurre. Olvidarse de los 80 euros de los pollos de Rostisseria Lolita y también de los 300.000 euros gastados en el viaje de los ‘Toiss‘.
Hay que ser más serios y regresar a la excelencia. Recuperar el camino, perdido tras aquella final de la ‘Champions‘ de 2011 en la que el Barça tocó el cielo y empezó su bajada hacia los infiernos. Ayer Laporta y otros 16 exdirectivos respiraron tranquilos.
No es únicamente una victoria de Laporta frente a Rosell, sino que debe ser un punto de encuentro. Referentes del barcelonismo como Josep Guardiola, que felicitó a Laporta, o del capitán Xavi Hernández, que envió un mensaje del mismo estilo al exvicepresidente deportivo Rafael Yuste, no pueden estar equivocados.
Es el turno de que Bartomeu deje de lado el ‘wait and see‘ en el que se ha movido hasta ahora y decida, de una vez, lo que quiere que sea su Barça: una entidad que mira al futuro o un club que se mueve desde el resentimiento.