Su talante es diferente, su manera de comunicar, otra. De momento, las múltiples peticiones y de diferentes sectores para que convoque elecciones al término de la presente temporada no le borran esa sonrisa que siempre comparte con cualquier interlocutor, pero Josep Maria Bartomeu está en una situación complicada.
Sabe que el referéndum que se celebrará el primer fin de semana de abril no será únicamente una consulta para tratar sobre el futuro del Camp Nou, sino también una primera toma de contacto para constatar si la opinión de Benedito, Laporta, Godall, Ferrer y la de Ingla, el último en pronunciarse al respecto, es compartida por una amplia mayoría de los socios barcelonistas.
Bartomeu no se puede sentir legitimado para seguir al frente del club. Él no fue elegido por los socios y por mucho que estatutariamente el vicepresidente primero sea el sucesor, socialmente es otra cosa.
Su nombre no era el primero en la papeleta y las elecciones en can Barça son presidencialistas. Más allá del nombre presidente, se desconoce el nombre de la mayoría de los componentes de las diferentes candidaturas. ¿Alguien recuerda quien era el número dos de Benedito, Ingla o Ferrer? En la respuesta está la clave.
«Debería convocar elecciones a final de la temporada, dado que no ha sido elegido por los socios en las urnas«, dijo Laporta por ‘twitter‘.
Recuerda Benedito que en 2010 compitió contra tres rivales y Rosell ganó. «No vi a Bartomeu en los debates ni en las papeletas, y los cargos no estaban ni designados«, asegura.
Jaume Ferrer, otro de los candidatos en las últimas elecciones, advierte de que es complejo que un presidente que no ha ganado en las urnas «pueda aguantar mucho tiempo sin elecciones» y Marc Ingla, que también compitió electoralmente en 2010 tiene la misma opinión.
«Me permito animar al presidente Bartomeu a que actúe con la ilusión que muestra estos días, pero sobre todo le pido que lo haga con la máxima normalidad democrática. Es decir, que convoque elecciones en verano del 2014«, asegura en una carta abierta remitida a los medios.
También está en la misma línea Alfons Godall, vicepresidente con Laporta, quien cree que un proyecto directivo como el actual no tiene sentido sin la presencia de la cabeza visible.
Es el momento de conocer cuál es la cohesión de la actual junta directiva. Se sabe que Carles Vilarrubí, ligado personalmente a Sandro Rosell, le pidió al nuevo presidente que no convocara elecciones para continuar en la directiva, y que el equipo dirigente quiere darle un giro a la situación.
Bartomeu sabe que las tres ocasiones anteriores en las que el Barcelona ha recurrido a un presidente accidental, la situación ha acabado mal. En el primer precedente, tras la marcha de Miró Sans, Antonio Julià de Campmany, estuvo en el cargo tres meses (de marzo a junio de 1961) antes de que se celebraran elecciones que acabó ganando Enric Llaudet. La segunda ocasión en que el club tuvo un presidente en estas circunstancias fue cuando Raimon Carrasco se hizo cargo del club durante los meses anteriores a la llegada de Josep Lluís Núñez al club en 1978.
El tercer precedente, más próximo, ocurrió en 2003. La dimisión de Joan Gaspart permitió a Enric Reyna ocupar el puesto como presidente accidental. A pesar de las presiones recibidas, no convocó elecciones hasta que se consumó la eliminación del Barça a manos del Juventus en los cuartos de final de la Champions. Su cargo también duró tres meses.
Bartomeu sabe lo que se juega. Es un hombre de mundo, con gran bagaje profesional y respetado en todos los ámbitos. A diferencia de lo ocurrido en la temporada 2002-03, sabe que el balón no marcará el destino de la directiva. El nivel es otro y el equipo ya no tiene que aguantar con sus resultados a la institución.