Dependiendo del color de la bufanda de cada uno, la mención del «doce uno» puede suponer alegría o resignación. La mayoría lo asociará rápidamente a la goleada de España a la Malta del guardameta Bonello, aquella que sirvió para clasificar in extremis a la Roja para la Eurocopa de Francia 84′ y que le supuso el subcampeonato, Arconada y Platini mediantes.
Sin embargo, para los culés es otra historia, una que cumple hoy 83 años. En un campo que hasta hace un año seguía en pie (San Mamés), se jugaba la 10ª jornada del campeonato liguero 1930-31. Nada hacía pensar que los campeones de las dos únicas ediciones del torneo hasta entonces ofrecieran una pugna tan desigual. Aquel 12-1 es todavía el marcador más abultado de la historia de nuestra Liga y será muy difícil que jamás llegue a superarse porque, ya se sabe, el fútbol ha cambiado mucho desde entonces… ¿O quizá no tanto?
Entre las crónicas de la época que se hicieron eco de la goleada destaca la de Olascoaga, reportero bilbaíno del ABC, que reflejaba en su artículo algunas de las causas del descalabro azulgrana. ¿Les suena alguna?
Estrepitosa victoria del Athletic de Bilbao
Me figuro que todos los aficionados que no presenciaron el partido se preguntarán al leer el resultado: pero, ¿qué ha pasado en San Mamés? ¿Qué ocurre con el Barcelona?
Nadie puede abrigar la convicción —ni aún los más encendidos partidarios del Athletic— que exista entre los dos equipos una diferencia tal en la calidad de los jugadores, que justifique la registrada en el tanteador.
Hay que buscar otra explicación a la aplastante derrota del once catalán. No basta mencionar la circunstancia de que los visitantes se vieron reducidos a diez jugadores desde los primeros quince minutos, al retirarse Martín fuertemente conmocionado en una acometida briosa de ataque bilbaíno y de la cual no se produjo el goal por uno de esos misterios que ocurren en el fútbol.
El balón quedó pegado en el suelo unos centímetros antes de la raya, mientras que en el fondo de la red una masa humana se debatía por deshacer el enredo de piernas y brazos de varios jugadores de ambos bandos.. Debajo de todos se encontró Martín, que al ser arrastrado por aquella ola, rozó con la cabeza uno de los postes del marco. Pudo desunirse antes que nadie Llorens, que en un esfuerzo desesperado se apoderó del balón cuando llegaba por él un jugador contrario. Se salvó la situación peligrosa para los azulgranas, pero Martín era retirado a la caseta para no volver a salir el resto del partido.
Tampoco se debe echar toda la culpa a la defensa, que falló por la pésima actuación de Portas.
A mi juicio el fracaso del Barcelona se debió a que jugaron con demasiada delicadeza, olvidando que el fútbol es un juego que hay que practicarlo reciamente, que no es igual que suciamente.
El deseo primordial del Barcelona es actualmente el de pasar por “equipo limpio” y huye de emplear cualquier brusquedad ante el temor de que se lo moteje de “sucio”. Castillo fue el único que en algunos momentos dejó a un lado esa preocupación.
El Barcelona se dejó avasallar por el coraje, siempre dentro del reglamento, de los bilbaínos. Ni siquiera la consideración del “qué dirán” le hizo variar la táctica apacible que se había impuesto.
El Barcelona está pidiendo a gritos una inyección con doble dosis de amor propio. Jugadores tiene, y muy buenos; conjunto, lo hay también, pero faltan energías, anhelos de triunfo y sobra de respetos humanos, en cuanto al juego varonil, que también puede ser exceso de prudencia. Antes más bien creo yo lo primero que lo segundo de ese sobrante y exceso.
El Athletic se adueñó del campo desde los primeros momentos y Bata se apuntaba dos tantos para su bando.
Piera, que en la primera parte trajo de cabeza a Roberto y Urquizu, cedió primorosamente el balón a Goiburu, y este descerrajó un pistoletazo que valió el único tanto catalán. Así el tanteador ocurrió la retirada de Martín. A partir de ese punto el dominio del Athletic se acrecentaba por minutos, siendo Bata el autor de otros dos tantos, y completaron la media docena Gorostiza y Lafuente. Medio tiempo, y seis a uno.
La segunda parte fue aún más catastrófica bajo el punto de vista catalán. Inauguró Garizurieta la segunda serie, y siguió Bata con otros tres tantos —en total metió siete este jugador—. Luego, Sastre se equivocó de marco y batió a Llorens, con un soberbio remate a bolea. Cerró la lista Iraragorri. Mediada esta parte se retiró Reig, lesionado.
Izpizúa tuvo un partido fácil y salió airoso de su cometido. —Olascoaga.
Fue hace más de ocho décadas, cuando no existían los cambios, ni el fuera de juego, ni el cuarto, quinto o sexto árbitro, ni la prensa bufandera… Pero ya entonces había voces críticas con los equipos que «no le echaban lo que hay que echarle al fútbol» o que, tras los éxitos, parecían haber perdido el hambre de títulos. El eterno debate de siempre en el barcelonismo (tiki-taka vs testiculina) nos deja esta efeméride y este artículo de museo precisamente esta semana, la primera desde hace sesenta que el Barça no es líder de la Liga.
Ficha del Partido
Estadio: San Mamés. 8 de febrero de 1931, jornada 10.
Athletic Club: Izpizúa; Castellanos y Urquizu; Garizurieta, Muguerza y Roberto; Lafuente, Iraragorri, Bata, Chirri II y Gorostiza. Entrenador: Fred Pentland (ING).
Football Club Barcelona: Llorens; Zabalo y Portas; Martín, Reig y Castillo; Piera, Goiburu, Sastre, Arnau y Parera. Entrenador: James Bellamy (ING).
Goles: 1-0 Bata (2′), 2-0 Bata (8′), 2-1 Goiburu (10′), 3-1 Bata (24′), 4-1 Gorostiza (27′), 5-1 Lafuente (36′), 6-1 Bata (37′), 7-1 Garizurieta (55′), 8-1 Bata (57′), 9-1 Bata (60′), 10-1 Bata (68′), 11-1 Sastre (p.p., 71′), 12-1 Iraragorri (83′).