‘E la nave va’

Desde aquel 4 de enero, nada ha sido igual para el Barça. Aquella derrota supuso la chispa necesaria y tuvo una víctima, aunque pudieron ser más. Todo nació a raíz de la mala gestión del periodo vacacional, se reprodujo a después de un pique en el primer entrenamiento del año y se multiplicó tras la derrota en San Sebastián con una mala gestión por parte del entrenador.

Cuando el presidente, Josep Maria Bartomeu, destituyó a Andoni Zubizarreta y después convocó elecciones, los cimientos de la estructura crujieron, no por el peso del director técnico, sino porque él había sido quien había confiado en Luis Enrique. ¿La consecuencia? El entrenador se sintió solo, estaba señalado y acosado después de que su relación con Leo Messi se hubiera deteriorado, tal y como supimos por una filtración desde el vestuario.

Se dispararon los rumores sobre la marcha de Messi al término de la temporada y de la inminente destitución de Luis Enrique. Como por arte de magia, todo se solucionó. ¿Encontró el entrenador el encaje perfecto o todos la solución que buscaban?

Pese a que Luis Enrique insista en que después de Anoeta, “no pasó nada” y que todas esas especulaciones “son cosas del periodismo”, la evidencia es otra. El equipo funciona como un reloj, compite en cada partido, tiene a Leo Messi enchufado, a Neymar apuntando muy alto y el Barça es capaz de desmontar cualquier mecanismo defensivo que se le ponga delante.

Así es. En febrero, los azulgrana son favoritos para ganarlo todo, que no quiere decir que en mayo sea igual, pero las sensaciones son muy diferentes a las vividas hace poco más de un mes. Hasta el 4 de enero, el Barça había jugado 25 partidos y, salvo el accidente ante el Celta en el Camp Nou, todos sus problemas se producían como visitante.

Fuera de casa jugó 13 y tuvo muchos momentos de desconexión que le llevaron a empatar dos partidos y a perder tres. Los empates se produjeron frente a Málaga y Getafe, dos equipos que pusieron las barras del futbolín sobre el campo. Las derrotas llegaron en París (3-2), en un partido que dejó mejores sensaciones que buen resultado; en Madrid (3-1), donde todo se complicó tras un absurdo penalti; y en San Sebastián, donde estalló todo. En total ocho victorias, dos empates y tres derrotas, con 24 goles a favor y siete en contra.

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Luis Enrique celebra el gol de Suárez al Levante. Parece haber encontrado «su Barça».

En casa, el Barça ganó once de los doce partidos que jugó. Perdió contra el Celta, pero aquella derrota (0-1) no reflejó el dominio de los azulgrana en el encuentro. En los otros once partidos, el Barça sumo 44 goles y encajó cinco.

Después del partido de Anoeta, la capacidad de los azulgrana se ha multiplicado. Messi ha recogido el guante de Cristiano Ronaldo tras el último ‘Balón de Oro’ y anda dispuesto a poner las cosas en su sitio. Con Neymar a un altísimo nivel –la pareja es con 43 goles de largo la más productiva de Europa–, el Barça es actualmente el equipo más en forma del continente.

La metamorfosis del equipo se ha producido en su capacidad para competir a partir de la recuperación en la zona de creación contraria, en sorprender en las transiciones y en la de manejar el partido a su antojo, incluso ante rivales colgados del travesaño. De ahí esas once victorias consecutivas tras “lo de Anoeta”. Victorias incontestables ante equipos de perfil medio-bajo (Elche, Deportivo, Levante), pero también frente a conjuntos de empaque como el Atletíco de Madrid (tres victorias), el Athletic y el Villarreal.

En total, el Barça acumula 42 goles a favor y 8 en contra en este tiempo. Ya no hay dudas. Messi habla en el campo, Luis Enrique está dispuesto a no alimentar polémicas “e la nave va”, tan bien que ahora está el equipo otra vez dispuesto a ganarlo todo o al menos eso creemos todos. Bendito carácter ciclotímico.