Undiano Mallenco, otra vez

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Clásico y Undiano Mallenco empiezan a ser conceptos cada vez más unidos e indisolubles. Así lo demuestra el hecho que el de hoy será el octavo clásico que dirigirá el veterano colegiado navarro que acaba de cumplir este mes cuarenta años. En los siete anteriores, reparto de victorias para cada uno (tres) y de empates (uno), pero se da la circunstancia de que las tres victorias madridistas se han producido en los tres últimos clásicos arbitrados por Undiano.

Sin duda, el más recordado fue el de la final de Copa en Valencia en 2011, donde un arbitraje suyo injustificadamente tolerante con la violencia del equipo blanco -el paradigma fue la jugada del pisotón sin balón en el minuto 2 de Arbeloa a Villa– permitió al Real Madrid levantar el primero de los escasos tres títulos de la era Mourinho. Pero lo peor de aquel día fue que Alberto Undiano enseñó el camino al resto de rivales y árbitros, demostrando que parar al Barça mediante el uso injustificado de la violencia no sólo era posible, sino tolerable. Y, desde entonces, ha habido muchos ejemplos.

Cuando este árbitro navarro debutó en Primera División en el año 2000, se convirtió en una de las grandes promesas del arbitraje español, destacando por su espíritu dialogante, su firmeza en las decisiones y su aplicación ecuánime del reglamento. Sin embargo, con el paso de los años, Undiano no sólo no cumplió las expectativas que sobre él se habían puesto, sino que además decidió el camino más cómodo para un árbitro español, aquel que cada día adoptan más colegiados y que, de alguna manera, fuerza a abandonar el arbitraje a aquellos que no quieren recorrerlo, como Paradas Romero.

Por eso no es de extrañar que para ver la última victoria del Barcelona en un clásico arbitrado por Undiano haya que remontarse a 2009, donde el equipo azulgrana tuvo que alcanzar la excelencia futbolística. Fue en el inolvidable 2-6 en el Bernabéu, que supuso la consecución virtual del primer título de Liga de la era Pep.

La mejor noticia sería que al acabar el partido esta noche nadie se preguntara quién fue el árbitro, un reto casi imposible. Porque aunque hoy Undiano realice un buen arbitraje -eso le deseamos desde am14-, difícil será que el equipo perdedor no le recuerde.

Y esto último no es sólo culpa de Undiano, sino sobre todo de la cultura futbolística española. Ahí, el colectivo arbitral debería ser el primero en ayudar a cambiarla. Ver cómo la involución de árbitros prometedores como Undiano Mallenco se vuelve a repetir con otros como Fernández Borbalán, por poner un ejemplo, no es lo más alentador.

Suerte, Undiano.

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