En 101 días, el barcelonismo ha descubierto a los ‘toiss‘ y a las ‘neymarzetes‘, pero sobre todo a ese futbolista genial que no se ha arrugado ante nada. A pesar de sus enormes credenciales futbolísticas, llegó Neymar precedido de un halo de duda, producto de una opaca operación financiera con el padre del jugador como principal beneficiario y el Barcelona no mostrando sus cartas.
En cuanto ha empezado a rodar el balón, todo se ha olvidado. Neymar sabía donde venía y quería aterrizar en el Barça. La operación, cuando tan solo han transcurrido cien días desde que debutó en un amistoso en Gdansk, es redonda para los azulgrana, porque el brasileño es realidad y expectativa, añade talento y recursos a un equipo cuestionado por su fútbol e incuestionable en las estadísticas.
Además Neymar ha demostrado en los pocos momentos trascendentes que ha vivido en el Barça que es un futbolista de grandes retos. Anotó el 1-1 en la ida de la Supercopa en el Calderón, abrió el marcador en la victoria liguera ante el Real Madrid y frente al Milan provocó el penalti con el 0-0 en el marcador.
En este tiempo, Neymar ha jugado 16 partidos (10 en Liga, 4 en ‘Champions‘ y 2 en la Supercopa). Sus números son menos espectaculares (cuatro goles y ocho asistencias) que su influencia en el juego, que se ha hecho presente, sobre todo, cuando Leo Messi no ha estado en el campo por lesión (Celtic Park) o inacción (Real Madrid).
Neymar junior es un producto cincelado por su padre, Neymar da Silva Santos. Exfutbolista -vivió sus últimos días en Mogi das Cruzes-, la difícil situación familiar le llevó a olvidar las botas en un armario y de seguida enfundarse un mono para trabajar como aparcacoches en un ejercicio común de la economía de subsistencia brasileña de la época.
Mientras tanto, su hijo progresaba a pasos agigantados como jugador de fútbol sala y su progenitor se reservó el papel de administrador de esa empresa que iba a tener un único empleado: Ney.
Empezó a despuntar con 11 años, con 13 explotó y ya jugaba con los de quince; a esa edad firmó su primer contrato con el Santos por el que la familia recibía 4.500 euros al mes. La cifra se multiplicó al año siguiente (18.000) y con diecisiete años ya cobraba 80.000 mensuales.
Antes de cumplir los veinte años entró en el club más exclusivo. Se convirtió en el cuarto jugador de la historia del fútbol en marcar cien goles en partido oficial, los otros tres eran Pelé, Maradona y Ronaldo Luis Nazario.
Neymar pasa de expectativa a realidad en un proceso de maduración en el que se curtió a base de la dureza de los marcajes de los veteranos defensas rivales; desbordados por la velocidad y la clase del jugador y que siempre intentaron hacer valer su dureza para evitar el sonrojo.
Llegó el brasileño a Barcelona con la lección bien aprendida. «Messi es un genio«, dijo en su presentación. Sabe Neymar quién es el mejor y respetará el orden establecido porque aún no ha llegado su momento. Cien días no son nada, pero él sigue dejando detalles y pistas de lo que es y de lo que será. El Barça ha fichado a uno de los jugadores más determinantes del fútbol del futuro, de él también depende alimentar el deseo de seguir ganando, simplemente porque Neymar necesita títulos.