Zubizarreta y su problema Central

Zubizarreta

A menos de 24 horas para que se cierre el mercado de fichajes, Andoni Zubizarreta –con el beneplácito de Sandro Rosell– está a punto de realizar uno de los ridículos más estrepitosos que se le recuerdan a una secretaría técnica.

Si se hubiese realizado una encuesta entre toda la masa culé sobre qué necesidades tenía el primer equipo, seguramente habría habido un gran consenso en que estas eran, principalmente, un portero para sustituir y/o complementar a Victor Valdés; uno o dos centrales, según el grado de confianza que se tuviera en Bartra —ya hemos comprobado que no existe— y en el eterno lesionado Puyol —aquí la confianza es máxima, aunque no haya casi argumentos objetivos para tenerla— y uno o dos delanteros de primer nivel, siendo Neymar el único fichaje realizado. Si le añadimos la marcha al Bayern de Thiago, hasta otro centrocampista no habría sido descabellado.

Las consecuencias de esta incomprensible apatía a la hora de incorporar jugadores las hemos intuido en este inicio de temporada, donde a pesar del liderato en Liga con pleno de puntos y del título de la Supercopa de España, el equipo ha sufrido demasiado dichas carencias, en especial la de los centrales.

Porque en el centro de la defensa el agujero actual es inmenso. Con un Bartra de nuevo ignorado, con un Piqué en un estado de forma físico y mental lamentable y un Puyol con poca fiabilidad, solo Mascherano muestra el nivel que a un central del Barça requiere. Thiago Silva, David Luiz o Daniel Agger fueron nombres que sonaron este verano, pero la evidencia es que no hubo negociación por ningún central en todo el verano y que al final el Barça se encuentra por tercera temporada consecutiva recurriendo al fichaje de casa: Puyol, con todo lo que significa dicho acto. El ridículo de Zubizarreta en el caso de central es mayúsculo, pero las consecuencias las acabará pagando quien tuvo que salir públicamente a defender el discurso corporativo de que no se iba a fichar a ningún central, el Tata Martino.

Hoy se apagarán los focos que iluminaban a Zubi y, a partir de mañana, ya irán todos dirigidos al Tata. Y cuando el equipo sufra las consecuencias de la inacción de Andoni Zubizarreta este verano, uno se lo mirará desde la grada mientras el entorno debatirá por qué Piqué no coge la forma, cuándo vuelve Puyol, si Mascherano no es central, si Bartra es muy joven o si Adriano es una solución de emergencia, mientras el Tata Martino intentará hacer encaje de bolillos en esa zona del equipo cada día más debilitada.

Hay dos hechos que aún lo convierten en más sangrante: uno, que los problemas en el centro de la defensa vienen ya de la temporada 2011, cuando Mascherano (entonces mediocentro) tuvo que acabar la temporada de central ante la lesión de Puyol y la enfermedad de Abidal; el otro, hablando de Abidal, es despedir a un jugador que podía jugar de central, para acabar no fichando a nadie.

Pero nada de eso ha sido suficiente para evitar que Zubi siga otro verano más sin solucionar su problema central.