En un partido nada sencillo, el Barça ha vencido al Sevilla (2-1) en el Camp Nou con goles de Messi y Piqué que contrarrestaron el tanto inicial de Vitolo y que consolidan al equipo de Luis Enrique al frente de la clasificación con ocho puntos de ventaja sobre el segundo y doce, ya, ante un Real Madrid que ayer perdió el efecto Zidane.
Unai Emery había estudiado bien el partido. Sabía por dónde podían hacerle daño al rival y plantó sus once jugadores sobre el césped con la lección bien aprendida. Trabajo solidario, ayudas constantes, dos líneas de cuatro futbolistas muy juntitas en defensa y una salida vertiginosa al contraataque eran sus principales armas.
El plan iba sobre ruedas. En apenas once minutos, el Sevilla se había aproximado en un par de ocasiones al marco de Claudio Bravo. El Barça respondió con una diagonal rápida de Luis Suárez que Sergio Rico desbarató poco antes de ver como en el balón se estrellaba por dos veces en los palos en una misma jugada. El orden defensivo del equipo andaluz encontró su premio al filo del minuto veinte, cuando un ataque rápido por la izquierda bien conducido por Krohn-Dehli y Trémoulinas terminó con un centro del francés para que Vitolo, hábilmente, anotara el 0-1 cruzando la pelota sobre la salida del portero chileno. Al Barça le tocaba remar y, visto lo visto hasta entonces, parecía haber dejado los remos en el vestuario.
Busquets seguía dominando el centro del campo, calzando como acostumbra esas botas magnéticas que hacen que todos los balones quieran engancharse a sus pies. Sergi Roberto se multiplicaba para cubrir el sufrimiento de un más que gris Aleix Vidal en defensa mientras Arda Turan, más participativo que de costumbre, intentaba hacer llegar la pelota con más conducciones de las debidas a los tres sudamericanos. Y, como suele ocurrir, Messi, Neymar y Suárez entendieron el mensaje.
Al filo de la media hora, Rami cometía una falta sobre el uruguayo que no iba a suponerle únicamente la tarjeta amarilla. Situada apenas a tres metros del vértice derecho del área sevillista, todo parecía indicar que era un lanzamiento perfecto para Neymar hasta que Leo Messi, hoy capitán del equipo, miró al brasileño y lanzó un zurdazo que hizo describir al balón un arco perfecto para superar la barrera, dejar a Sergio Rico hierático como una estatua griega y entrar por la escuadra del lado opuesto. Tablas y a la caseta.
Algo tienen los descansos en el Camp Nou este año que sirven para resucitar al equipo o, cuando menos, para despertarlo. Incómodo durante prácticamente todo el primer tiempo, el Barça inició el segundo con otra velocidad y en dos minutos tuvo una gran oportunidad de Neymar que acabó en el córner que dio origen al segundo gol azulgrana, obra de Gerard Piqué tras una buena jugada entre Messi y Luis Suárez, que fue finalmente el autor del pase definitivo.
Todo hacía presagiar unos minutos tranquilos para el líder de la Liga, pero el Sevilla demostró por qué siempre compite. Lucha, corre, se esfuerza, pero le falta pegada arriba, seguramente porque Gameiro y Vitolo, por incisivos que sean, no se acercan a todo lo que el once de Emery tenía con Bacca. Aun así, no se rindió el equipo andaluz mientras le acompañaron las fuerzas, favorecido también por un Barça que aceptó el juego de ida y vuelta en lugar de, como suele ser costumbre en la casa, esconder el balón para marear al contrario.
Lo estudió Emery, pero volvió a suspender un examen, el de ganar al Barça, que solo ha aprobado una vez. El 22 de mayo, en el Calderón, tendrá una nueva oportunidad para cerrar la temporada compitiendo con el mismo rival con que la iniciaron a mediados de agosto.
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