Ter Stegen, el capitán sin firma

El brazalete pesa. Y hay quien lo lleva como una responsabilidad colectiva, y hay quien lo entiende como una tarjeta de embarque para hacer lo que le da la gana. Marc-André ter Stegen, portero del Barça y alemán por si alguien aún no se había dado cuenta, parece más cómodo en la segunda categoría.

Su última hazaña no ha sido bajo palos, sino sobre papeles: se ha negado a firmar el documento necesario para que LaLiga valide el informe médico del club y, con él, pueda darse vía libre a la inscripción de Joan García como portero. Una decisión que solo puede definirse de una forma: elegante como una coz. Porque sí, está en su derecho legal, pero también en su obligación moral de no perjudicar al club que lo convirtió en alguien más que un portero con buen juego de pies.

El gesto —insólito y egoísta— ha obligado al Barça a suspender temporalmente su condición de primer capitán mientras se resuelve el expediente disciplinario que se le ha abierto. Una medida tibia para un problema grave. Porque cuando el primer capitán de tu club se comporta como si jugara en el Hoffenheim, quizá ha llegado el momento de revisar el concepto de liderazgo.

Pero lo de esta semana no es un brote aislado. Es más bien la última entrega de una serie que no está en Netflix pero da para maratón.

Cuando anunció su baja por lesión, lo hizo a través de su propio comunicado, antes incluso de que el club supiera cuántos puntos de sutura necesitaba su ego. Y mientras algún otro compañero lesionado —como Koundese subía a un avión por su cuenta para estar junto al equipo en noches decisivas como la de Milán, él prefirió quedarse en casa viendo la semifinal por la tele, probablemente con calcetines alemanes de lana y una infusión bio.

¿Dónde quedó ese portero que volaba y sacaba manos imposibles en Champions? ¿Dónde el tipo que parecía tan comprometido con el escudo? Lo que queda ahora es un jugador que ejerce el liderazgo como quien administra una cuenta bancaria: solo si hay beneficio. Y a veces ni eso.

El brazalete no hace al capitán, pero ayuda a señalar quién debe poner el ejemplo. Y si Ter Stegen ha decidido que el ejemplo es mirar por uno mismo, el club hace bien en quitárselo. Al menos mientras dure esta temporada de egoísmo mal gestionado.

Porque el Barça se puede permitir muchas cosas: perder partidos, incluso temporadas. Pero no puede permitirse que su capitán se comporte como si el club le debiera algo cuando no es así. Y menos aún cuando lo único que se le pedía era una firma.

Foto: FC Barcelona

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