Maradona aún es, para muchos, el mejor jugador que jamás ha pisado un campo de fútbol. Pelé, que nunca salió de Brasil, es considerado por otros como aún mejor que el Diego. LeBron James, a pesar de llevar dominando de forma abrumadora la NBA durante varios años, nunca será Michael Jordan. El Dream Team del 92 es el mejor equipo de baloncesto que ha existido. Joe Montana, maestro de las remontadas, jamás será separado de la etiqueta de mejor quarterback de la historia, aunque Peyton Manning se esfuerce semana tras semana en batir récords habidos y por haber.
El ser humano tiende a idealizar las figuras del pasado. Se graban en la memoria con tinta china, asegurándose un sitio para los restos, a base de momentos especiales, de gritos afónicos, de lágrimas de felicidad. De ello sabe bastante Andrés Iniesta. No es un goleador, no entrará en ninguna encuesta con Messi, Maradona o Pelé ni muy probablemente será introducido en el Olimpo del fútbol al acabar su carrera. Sin embargo, suyos fueron dos goles que son patrimonio tanto de la afición culé como de la española. Ese tipo de goles que añaden un Don antes de tu nombre, esa clase de actuaciones que alzan a un gran jugador a ídolo.
Sería absurdo decir que la carrera de Iniesta con el Barça se ha sustentado en ese gol en Londres. El ‘8’ se ha asegurado un puesto indiscutible por méritos propios, llegando a ser, en algunos partidos, el referente en un equipo donde se encuentra Leo Messi. Sin embargo, ello no debe impedir que, cuando se afronta su renovación, se haga dejando a un lado el pasado y mirando hacia el futuro, que es precisamente de lo que se trata ese contrato. Con 29 años, sobre la mesa tiene, al parecer, una propuesta que lo ligaría hasta 2018 con el club. Sin entrar en detalles económicos, sólo conocidos por las partes implicadas, es un contrato que garantiza que Andrés dé sus últimos años de fútbol de primer nivel al Barcelona.
Las noticias sobre su extensión llegan en un momento en el que el fútbol del de Fuentealbilla está demasiado lejos de los estándares a los que tenía acostumbrada a la afición. No hay que pasar por alto que es un jugador afectado en exceso por las rachas, de carácter sumamente irregular, característica común en el gremio de los genios y especialmente en él. Por esa razón, es posible que en dos meses Andrés vuelva a ser el jugador que tire del equipo. Sin embargo, ahora mismo, no es un jugador determinante, nadie que la directiva necesite renovar cinco años. Es momento de reflexionar y no caer en las prisas y las acciones populistas que llevaron, por ejemplo, a la extensión de contrato de Puyol. Iniesta es y ha sido una pieza imprescindible en el puzzle que conformaba el mejor Barça, pero una decisión irresponsable podría transformar al jugador que llevó al Barça a su tercera Champions en una losa tanto deportiva como económica en años venideros.