¿Quo vadis, Cesc?

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Llega el tramo decisivo de la temporada, aquel que, cual César, decide con el pulgar entre una segunda oportunidad, la vida después de la vida, o ser pasto de los leones. Es el momento en el que todos los focos se encienden e, inexplicablemente, se apagan en la brillante mente de Cesc. Todo apuntaba a que este año sería, por fin, el primero de los tres desde que regresó a la Ciudad Condal en la que su rendimiento sería sostenido, en el que superaría el invierno y dejaría la hibernación tan propia del equipo del que procedía. Desgraciadamente, tanto para él como para el equipo, no ha sido así y Fàbregas ha naufragado en medio de la nada. Ni falso nueve, ni interior, ni mediapunta. Sin jugar significativamente peor que algunos de sus compañeros, su falta de ascendente y méritos en el conjunto azulgrana lo sitúa el primero en la que se intuye larga lista de jugadores que desfilarán a partir de julio.

Culpar a Cesc de los males del Barça es tan absurdo como hacerlo de sus éxitos. A sus 26 años, su maleabilidad no es la de aquel chaval que aterrizó en Londres huyendo de un club hundido que le negaba el futuro que un gran equipo inglés le prometía. Ese Erasmus se antoja ahora demasiado largo para un jugador que cuando probó las mieles del área rival perdió las ganas de visitar la propia, que al descubrir que para su mente no era suficiente el pase horizontal comparado con la inyección de adrenalina que suponía el último pase ya no quiso dar vuelta atrás. El 4 es más aficionado al rock and roll que a la música de violines, prefiere la comida rápida a la paciencia con los fogones. En un Barça de entreguerras, tambaleante en sus cimientos e ignorante de su futuro, Cesc no ha conseguido hacerse con un hueco. 

No se ha tratado esta vez de un problema de confianza del técnico. Comenzó como suplente, pero sus grandes actuaciones cuando Messi se hallaba en el dique seco, sosteniendo al equipo, lo alzaron como titular para los grandes envites, esos que tienen lugar en su habitual período de letargo. La vuelta de Leo, sin embargo, lo ha devuelto al ostracismo. Martino ha tratado de encajarlo a la fuerza en el puzzle del equipo, apretando con vigor la pieza del 4, ignorando que con su contorno no combinaba con los de alrededor, que sus características sólo encuentran acomodo en la única posición que siempre está cubierta en el equipo. Aún así, incluso en el partido más importante de la temporada, Messi fue desplazado al carril derecho para dejar oxígeno a Fàbregas con el que pensar. Substituido a la hora de encuentro, muchos lo señalarán como culpable. Demasiado castigo. El de Arenys era ideal en un escenario de gol rápido, con jugadores como Neymar corriendo al espacio, espacio que nadie interpreta mejor que Cesc en el equipo culé. Tal como se fue revelando el guión del partido, era evidente que Fàbregas era el gran damnificado: sin espacios, se ahoga. Se mueve, lo intenta, pero entre sus muchas virtudes no se halla la paciencia. En un duelo en el que se requería tirar del hilo para deshilvanar la estructura del Atlético no había espacio para él.

Jugador y equipo tienen que tomar una decisión a final de temporada. En el estado actual de las cosas, los dos salen perdiendo. El talento de Cesc se escurre en un lugar en el que sus virtudes no se aprovechan y quedan al descubierto sus defectos. El Barça necesita a alguien que pueda tomar un timón que Xavi ya no puede manejar, un jugador al que no incomode el pase en horizontal. Las dos partes tienen voluntad de encuentro, pero no se entrevé una situación beneficiosa para ambas si siguen ligadas a no ser que mucho cambien las cosas. Esto es, que el Barça decida entregarse a Cesc, pero no al Cesc mediapunta que deslumbra en la oscuridad de la anarquía, sino a un jugador que maneje la manecilla del reloj a su voluntad, subiendo o bajando el ritmo según convenga a su equipo y no a sus habilidades. Sin embargo, surgen preguntas: ¿puede ser Fàbregas esa clase de jugador? ¿Quiere serlo? ¿Renunciará a ser uno de los mejores enganches por un incierto futuro como eje? ¿Y está dispuesto el Barça a asumir el riesgo que ello conlleva?

Demasiadas dudas y una realidad: con juventud, talento a raudales y río revuelto en Barcelona, algún pescador encontrará en Cesc la respuesta a sus males. Y a los que dirigen el equipo hacia ninguna parte muy posiblemente no les importará coger los billetes y mirar hacia otro lado.