Por primera vez desde que llegó a Barcelona en el verano de 2011, Cesc Fàbregas sigue vivo en febrero. El invierno, territorio hostil para el de Arenys las dos últimas temporadas, ha sido testigo este año del mejor momento del ex capitán del Arsenal. Cesc, que comenzó el curso siendo suplente en las grandes ocasiones, se ha afianzado en el once a costa de un Xavi en el ocaso de su carrera y de un ciclotímico, como suele ser habitual, Iniesta. Es tal el pico de forma de Fàbregas que, muy posiblemente, es el único fijo junto a Busquets del centro del campo culé.
Parámetro | Temporada 2011/2012 | Temporada 2012/2013 | Temporada 2013/2014 |
Partidos | 47 | 48 | 38 |
Titular | 37 (79%) | 41 (85%) | 32 (84%) |
Goles | 15 | 14 | 13 |
Asistencias | 11 | 11 | 13 |
Goles/partido | 0.32 | 0.29 | 0.34 |
Asistencias/partido | 0.23 | 0.23 | 0.34 |
Tabla 1. Estadísticas de Cesc Fàbregas desde que fichó por el Barça. En rojo se resaltan los mejores datos de sus tres temporadas.
La mejora del 4 no es sólo en términos estadísticos, aunque se puede apreciar en la tabla superior que va camino de fulminar sus registros anteriores. La diferencia principal entre el Cesc de las dos últimas temporadas y el de la presente es mental. Ha dado el paso adelante que se le reclamaba y ha alcanzado la madurez futbolística en el salvaje ecosistema culé, tan difícil de alterar por el tiránico binomio de Xavi y Messi. Es difícil atinar en qué posición juega realmente Fàbregas: ni es un interior como Xavi ni tiene esa esencia tan propia de playmaker de Iniesta ni puede ser un falso nueve en presencia de Messi. La estructura del Barça de Pep y Tito era tremendamente desfavorable para sus características.
Cesc fluye ahora por todo el terreno de juego, haciendo gala de una movilidad excepcional y fruto de la libertad que le proporciona Martino. Guardiola intentó echar el freno a la anarquía que desprende Cesc en pos de un futuro con el cuatro jugando como cuatro, sacrificando a un jugador que estaba realizando una temporada sensacional por miedo a que fuese irrecuperable para el sistema. El de Arenys ha encontrado su lugar en el limbo, allí donde potencia sus habilidades y aporta al equipo un componente que nadie más le puede suministrar. Dentro de la férrea estructura de triángulos culé, Fàbregas es el motor del caos que de forma tan recurrente necesita un equipo que afronta muros semana sí y semana también. De la nada, es capaz de visualizar un pase o de dar forma a una jugada que rompe el ritmo y que coge desprevenidos tanto a propios como a extraños. Cesc es un elemento disruptor en un Barça comandado por el reloj suizo que es Xavi, un factor de inestabilidad que hasta ahora había arrojado más problemas que soluciones.
El Tata ha comprendido la naturaleza distinta de Cesc y ha asumido el riesgo de quitarle el cascabel. Limitar a Cesc en vistas de que ello lo transforme en Xavi se ha probado como absurdo. El de Terrassa es único de la misma forma en que Cesc lo es. El Barça de Xavi morirá con él y tratar de recrear su obra con un sucedáneo no augura nada bueno ni para el conjunto ni para el que la ruleta rusa le depare la losa de imitarlo. En el crepúsculo del mejor Barça, es hora de que Fàbregas coja el timón y que de él y su combinación con Leo nazca un nuevo equipo. Él, como demuestra con cada actuación, ya está preparado, ya ha adquirido ese grado de confianza que necesitaba, esa seguridad que perdió sucesivamente con Pep y con Tito a partir de enero. Su emancipación del a veces excesivamente paternalista esquema culé ha dado fruto a un jugador de sobrio genio, que ha aprendido finalmente a saber cómo jugar en cada tercio del campo y en el que ya no hay rastro de miedos ni dudas cuando debe recoger y jugar el balón desde campo propio, un centrocampista que hereda el pase fácil de Xavi en zonas comprometidas con una genuina pericia para filtrar asistencias imposibles.
Con 26 años, está para lo que le echen y el reto va a ser el mayor de su vida deportiva: comandar al Barça post-Xavi. Reciclar al mejor Barça de la historia.