Qué fue de la eternidad

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La entropía es un concepto que puede usarse para medir la incertidumbre en un sistema aleatorio. Un caso práctico sería comprobar cuántas posibilidades distintas hay de combinar los elementos básicos de una forma, sin que esta pierda su apariencia original. A mayor número de posibilidades, mayor entropía. Por ejemplo, la arena del desierto.

Como quiera que el universo tiende al caos (al desorden), la entropía tiende al infinito (a la eternidad). La sensación de que nada cambia es permanente y no se discierne entre un antes y un después. No existe el tiempo.

Basándonos en ello, y disponiendo de moléculas como Valdés, Abidal, Alves, Piqué, Puyol, Busquets, Xavi, Iniesta, Pedro y Messi, daría igual el tiempo que pasara, porque ellos mismos son el origen del desorden.

Por tanto, en un sistema Barça con esos elementos, resultaría indiferente que lo entrene el uno que lo haga «el otro». El resultado de cualquier transformación sería el mismo y como dijo «el otro», estos jugadores son eternos.

Guardiola llegó a esa conclusión tras haber ensayado multitud de combinaciones con esos componentes, tratando vanamente de encontrar una forma del desorden que les impidiera generar espectáculo.

Tito, su sucesor, igualmente no halló combinación que desbaratara la teoría y sólo cuando hubo de abandonar el laboratorio y lo dejó en manos de un interino, se percibieron algunos cambios.

Sin embargo, hay acontecimientos aislados que alteran el rumbo del caos, tratando de poner «orden». Un intento, una moda, que ya sabemos están apriorísticamente condenados al fracaso. Aquél que lo consiga, habría acabado de golpe con la 2ª ley de la termodinámica, y de paso con el Barça Eterno. Y ocurre que al Barça le acontece Rosell, un titán en el empeño.

En este panorama, uno se siente un poco como un «guest star», coetáneo de acontecimientos tan extraordinarios. Lo que ocurre, es que echando la vista atrás, sabe que nada nuevo hay bajo el sol. Afloran los recuerdos de un Barça de Cruyff, pero sin Cruyff, que en manos del eminente científico Louis Van Gaal, terminó pareciéndose lo que un huevo a una castaña.

Es decir, otro vano intento de doblar la línea de tiempo.

Es entonces cuando la teoría que todo el mundo da por sentada se convierte en duda razonable, y se comienza a cuestionar si lo que falla es la estructura o los elementos que la constituyen.

Un planteamiento que suena a falacia y que rápidamente se desmonta, pues no es casualidad que de las 4 Champions que tiene el club en sus vitrinas, todas hayan tenido que ver con el modelo «eterno».

Así pues, suena a cachondeo el discurso de un jugador «off-tropic» (del ingli-griego «off-tropos» -fuera de la doctrina-, si se me permite el invento), cuya cintura liberada del yugo del tiki-taka, se apunte a la moda y desde su pasarela se convierta en otro intruso de la filosofía cuántica.

Eso de decir que no le gustó ser esclavo de la eternidad, entra en el ámbito de otras Leyes Universales, como por ejemplo la Teoría del Absurdo. Pero claro, teniendo en cuenta que quien maneja la probeta actualmente, parece empeñado en colocar a Xavi fuera de órbita, tiene pinta de que nos vamos a cargar la eternidad. Una vez más y por nuestros propios medios, para no variar.