Según adelantan hoy nuestros compañeros de Mundo Deportivo, el capitán Carles Puyol está meditando retirarse del fútbol de élite al finalizar esta temporada debido a sus continuos problemas físicos, que le impiden rendir al cien por cien al nivel que un jugador profesional del Fútbol Club Barcelona precisa.
La realidad es que Puyol lleva desde la temporada 2009-2010 (la de Ibrahimovic, para situarnos) sin completar un curso completo sin problemas físicos, y de ello hace ya tres años y medio. Se pasó la campaña siguiente, la de la Champions de Wembley, lesionado durante su segunda mitad, con una fugaz pero excelente aparición en la semifinal ante el Real Madrid. En el último año de Pep, el capitán fue alternando apariciones con ausencias, pero sin la continuidad necesaria, lo que le impidió disputar la Eurocopa de 2012. La temporada pasada fue la confirmación de que su físico parece estar llegando a su límite; a sus apariciones intermitentes se sumó la operación en el cartílago en marzo de este año, justo tras la eliminatoria ante el Milan. Desde entonces, sigue intentando alcanzar la forma física idónea.
A Carles Puyol nadie le puede recriminar su dedicación y su entrega desde que debutó en el primer equipo, valores que le han llevado a ser uno de los mejores centrales de Europa y de la historia del club. Un físico espectacular, unido a una actitud encomiable, han sido virtudes que han hecho que el de La Pobla compensara de sobras sus carencias técnicas. Pero precisamente ese ha sido su gran problema en los últimos años: no saber reconocer cuándo estaba llegando el momento en que su condición física comenzaba el declive y ya no alcanzaba para suplir sus puntos débiles.
Porque el Capitán, cual Peter Pan, no ha querido aceptar nunca que la juventud se acaba y que la forma física va menguando a la vez que crece la edad. Escucharle hablar de retirarse a los 40, cuando su nivel físico ya daba evidencias claras de que el ocaso había comenzado, verle retirarse y volver a la selección a pesar de no ser lo más apropiado para su físico, regalarle tres años de renovación con ficha de crack o ver cómo se ofende por no ser titular (tras el 4 a 0 ante el Milan, cuando fue reserva y decidió, molesto, operarse sin consultarlo con los médicos del club), son aspectos que mostraban que Puyol seguía sin aceptar el que debe ser su nuevo rol en el equipo.
El problema de Puyol no es que su físico ya no sea el de antes. En absoluto. Su gran problema es no haber querido aceptar hace ya un par de temporadas cuál era la realidad. Y este hecho, que puede parecer aislado e individual del capitán, lleva afectando al equipo y a su planificación, especialmente en lo que se refiere a la incorporación de un central. Como sucediera con el Real Madrid en el ocaso de Raúl, cuando ningún mediapunta podía incorporarse al equipo, con el central en Can Barça está sucediendo lo mismo. Desde el fiasco de Chigrinskiy el club ha sido incapaz de incorporar a un central esgrimiendo, entre otros argumentos, que Puyol sería el gran fichaje para la siguiente temporada.
Parece que la bula a Puyol está llegando a su fin y el entorno empieza a reconocer (con demasiado retraso, como sucediera con el ‘7’ blanco), que el capitán ya no está para ser el de antes. Ahora es momento que Puyi decida si acepta su rol de cuarto o quinto central, apoyando a los jóvenes valores como Bartra y disputando un reducido número de partidos para ayudar a que descansen los jugadores importantes o bien decide emprender el camino hacia otras Ligas o clubs, de menos exigencia física pero que le permitan seguir sintiéndose importante.
Siga el camino que siga, éste debe ser el mejor para él y para el Barça. Pero el de ahora, el de las últimas tres temporadas, no es el mejor para ninguno de los dos.