La involución de Messi

Más allá de sus lesiones y altibajos, la presente temporada, con su compatriota Martino en el banquillo y el equipo pidiendo a gritos una reestructuración, ha sido la de la adaptación de Messi a un rol diferente dentro del campo. El segundo desde que juega en el primer equipo.

Aquel Messi total que Guardiola redimensionó en todos los sentidos, aquel que combinaba cerca del área y goleaba con facilidad aplastante, aquel Messi no ha comparecido este curso. Desde que Martino cogiera las riendas de un equipo que da síntomas inequívocos de cansancio por acumulación de títulos, Messi ha dado unos cuantos pasos atrás en su zona de influencia en el césped, pero muchos pasos adelante en su jerarquía en el equipo.

Ya no vemos a aquel Messi que pisaba constantemente el área grande contraria con Pep. Tampoco al Messi que descubrió Rijkaard: un jugador todavía por hacer, con una concepción del juego algo individualista pero que gracias a sus portentosas condiciones era capaz de agarrar el cuero en el centro del campo para sortear rivales hasta plantarse en zona de gol. Ahora vemos a un Messi que circula con más asiduidad por la línea divisoria con la idea de tocar más el balón y empezar las jugadas, para intentar desatascar a su equipo e intentar llevar la pelota a la zona de peligro.

«Tuvimos una conversación con Leo en el inicio de este ciclo –etapa Martino en el Barça- porque de un tiempo a esta parte él prácticamente ha jugado siempre de falso 9 y a nosotros nos parece muy bueno poder utilizarlo en diferentes lugares porque a veces hay necesidades donde pensamos que el puede desequilibrar más por afuera», Tata Martino tras el Barça 2 -Madrid 1 del 27 de octubre de 2013.

El Messi de la temporada 2013-2014 es un jugador más maduro, que ha sabido leer el actual estado de forma y juego del conjunto y se ha reinventado para aportar allí donde el equipo más le necesita. Que ha entendido que no puede esperar a que le lleguen balones a zona de peligro, porque la circulación de balón no es la de antaño y porque los que tendrían que asociarse con él tampoco están a esa altura del campo. También se ha dado cuenta de que no puede probar el eslalon continuo una y otra vez, porque no es lo que más aporta al bloque. El Messi del actual Barça es un Messi que baja a recoger el balón al centro del campo más veces que nunca, que levanta la cabeza y mira compañero libre en zona de remate antes que agacharla y regatear, que lanza pases definitivos a sus compañeros y que inicia las jugadas construyendo desde atrás sin necesidad de acabarlas rematando arriba.

«Se está hablando mucho del cambio de posición de Messi, un poco más retrasado como si fuera un 10 de enganche en Argentina; pero ya lo han visto jugar por derecha, no se si por la izquierda, detrás del nueve, de nueve, y un día atajará y atajará bien», afirmó Martino en conferencia de prensa previa al partido de vuelta de cuartos de final de Copa del Rey contra el Levante.

A uno se le ocurre que esta es una situación transitoria. En tanto en cuanto el Barça quiera y pueda volver a la excelencia de no hace tanto. Esa en la que el equipo, vigoroso en el esfuerzo y la intensidad, presionaba arriba desde inicio. Esa en la que goleaba porque vivía continuamente en el área rival.  Esa en la que el balón no se negociaba.

Tal vez los 120 millones de euros que Bartomeu ha puesto sobre la mesa para fichajes ayuden a recolocar a Messi en su posición idónea. O tal vez sean los jóvenes que vienen por detrás los que le empujaran a volver a su sitio.

Foto vía Sportyou