Habitualmente se dice que los equipos son el reflejo de sus entrenadores. Y casi siempre es cierto. Pasa que normalmente los entrenadores que llegan a este u otro equipo lo hacen porque comulgan con la idea futbolística que subyace en la entidad, o la que se quiere hacer visible.
Del Celta, por ejemplo, ya sea en una u otra categoría, sabemos que siempre propone un fútbol atractivo, vistoso, que no sale –en principio– a encerrarse ni a empatar. Lo mismo sucede con el Villarreal, por poner otro ejemplo. O la Real Sociedad, siempre con excepciones tanto para este caso como para el resto de equipos, claro está. O el Rayo, sobre todo desde que está Paco Jémez con su estilo atrevido en el banquillo..
En el Barça hace mucho tiempo que se juega con la misma idea. No entraremos en detalle, pero desde Cruyff el fútbol culé pasa por ganar a través de la posesión, el buen juego, la combinación y las buenas maneras con el balón. Con más o menos acierto eso fue lo que hicieron Rijkaard, Guardiola, Tito/Roura o Martino, y lo que ahora tratará de volver a hacer Luis Enrique.
El Madrid, últimamente y acentuado con el paso de Mourinho por el banquillo –no nos engañemos, no siempre ha sido así–, practica un estilo más directo, con un tránsito del juego más rápido por el centro del campo. Un fútbol que mira siempre y sin subterfugios a la portería rival.
Ancelotti trató de hacer combinar más a su equipo a principios del año pasado, pero acabó jugando rápido en la transición para favorecer la entrada de Bale. Buena manera de adaptarse viendo el elenco de delanteros que año tras año aumenta Florentino.
“El club más prestigioso del mundo tiene que ganar jugando un fútbol espectacular […] Mi equipo tiene que tener el control del juego”, declaró Ancelotti el día de su presentación (26 de junio de 2013). Para más tarde sentenciar: “jugar fútbol de posesión con Cristiano, o Bale es más complicado […] Yo juego en el Madrid un juego más rápido en la transición para aprovechar las condiciones físicas a nuestros delanteros’’, antes de las semifinales de Champions. No le fue mal, por cierto.
En este segundo año, Ancelotti ha tenido de nuevo la oportunidad de dar un pequeño giro con la llegada de centrocampistas de combinación como Kross y aprovechar la marcha de Di María y el segundo año de Isco para meter menos velocidad y más retórica. Pero por ahora no lo ha conseguido. Tampoco sabemos si lo ha intentado.
Los números en el torneo de la regularidad, la Liga, donde al final se ven las maneras de todos los conjuntos, son definitivos en este caso. La tipología de los 30 goles de 120 disparos conseguidos por el Madrid arroja mucha luz sobre su estilo de juego. De todos ellos sólo 4 han sido de jugada elaborada. La mayoría, 14, han venido de contragolpe, 5 desde fuera del área (3 de ellos son de contragolpe), 3 tras centro lateral, 3 a balón parado y 4 de penalti (de cuatro penas máximas pitadas a favor), todos marcados por Cristiano.
En cambio, de los 22 goles marcados en Liga por el FC Barcelona (de 113 intentos), 10 han sido de jugada elaborada, 10 de contragolpe, sólo 1 desde fuera del área, 1 tras centro lateral y ninguno ni a balón parado ni de penalti, pues Messi erró el único que le han pitado al conjunto azulgrana en lo que llevamos de Liga. Además, de todos esto goles el Barça sólo ha hecho 2 de cabeza, por 8 del Madrid.
Si nos fijamos en los primeros goles de ambos conjuntos, los que abren el marcador, el Madrid no ha marcado ninguno de jugada elaborada: 2 córners, 2 penaltis, 3 de cabeza y 1 desde fuera del área. En cambio, de los primeros goles del Barça, 3 han sido de jugada elaborada y 4 de contragolpe.
En definitiva, los números nos hablan de un Madrid más contragolpeador y que obtiene más y mejores resultados de ello. El Barça, por su parte, combina más con su estilo, aunque pierda pegada.