Otra vez Milán. Nuevamente, San Siro será destino de escapada de entre semana para aficionados culés. Las tercas bolas del sorteo de Champions que Luis Figo no conseguía abrir ayer volvieron a enfrentar al Barça a un cuadro lombardo cuya época dorada parece quedar en el recuerdo. Así se expresaron en twitter numerosos usuarios, convencidos de que esto será coser y cantar.
El equipo de Allegri es como esa novia de pueblo que siempre dejas atrás, pero que cada verano te vuelves a encontrar en las vacaciones. Siempre juras no volver a caer en la tentación de retozar con ella. Este año, seguro, pasaré delante como si nada. Ay, ingenuo de mí…
Lo cierto es que nunca es sencillo «pasar delante» de los de Berlusconi. Cada año, algunos de los pilares del club siguen cumpliendo años y las figuras abandonan una entidad menos boyante que otras veces en lo económico. Sin embargo, siempre llegan a la segunda parte del partido de vuelta con opciones de eliminar al rival. Manejan el «no juego» como nadie en Italia, y es difícil encontrar un equipo que sepa rentabilizar mejor las victorias por la mínima o el valor doble de los goles fuera de casa. Apoyados desde atrás por un Abiatti en una segunda o tercera juventud dorada, encajan muy pocos goles, lo que da una mayor importancia al buen hacer de su envidiable delantera (El Shaarawy, Balotelli, Niang). En medio de todo esto, se bastan con un puñado de rascadores con oficio –Boateng se ha ido al Schalke alemán- que se dedican más a entorpecer el juego rival y a poner centros directos al espacio de sus delanteros que a tiquitaquear.
Sí, en los últimos tiempos nos hemos encontrado muchas veces con esta novia del pueblo, y no nos ha ido mal. Pero cada ocasión ha sido más difícil que la anterior. El año pasado tuvimos que recurrir a nuestra particular Cofradía del Clavo Ardiendo («A esta generación le falta una gran remontada») para solventar el pase europeo. Si bien este Milan no es aquel de Sacci, ni siquiera el de Capello, no es menos cierto que para dejarlo en la cuneta hace falta estar muy concentrado y convencido. Precisamente las dos cualidades que más flojean en el Barça desde Wembley 2011. Menos dar las cosas por sentadas y más oficio, por favor.