Destapaba ayer Adrià Albets en la cadena Ser que Danny Lederman, el padre de uno de los niños desterrados de La Masia a causa de la sanción FIFA al Barça, va a emprender acciones legales contra el máximo organismo futbolístico para intentar resolver de una vez la marginación que sufre su hijo. La información revelaba, además, que Lederman no estará solo, sino que son diez las familias –de momento– que se han unido para dar el paso. Solo una de ellas está afectada por la sanción al FC Barcelona.
El club, que hasta ahora ha visto una y otra vez derrumbadas sus alegaciones hasta caer en la más absoluta de las resignaciones, ha sido incapaz de levantar la voz ante una organización que se cae a trozos víctima de la corrupción. Han tenido que ser las familias de los verdaderos damnificados, lo niños, quienes se organicen para plantear ante los tribunales una situación que lleva más de un año torturando a unos niños que vinieron a Barcelona para hacer lo que más les gusta: jugar al fútbol.
Cuentan quienes saben de esto que las posibilidades de victoria de los demandantes son grandes, por lo que sorprende que se haya demorado tanto el asunto. El Barça ha actuado como aquel camaleón que tantea el terreno cuatro veces antes de mover la pata para dar un paso, temeroso como está de que FIFA, UEFA o el sursuncorda le aticen de nuevo por infringir una ley, por permitir que sus aficionados esgrimen estelades de destrucción masiva o por bajar hasta un nivel humano el volumen del micrófono del speaker del Camp Nou.
Serán las familias quienes, sin nada que perder, pondrán su dinero y sus medios para intentar acabar con la injusticia que ha demolido las ilusiones de muchos chavales que vestían la camiseta blaugrana. Más vale tarde que nunca y, desde luego, mejor solo que mal acompañado.
Foto: Sport.es
