El pasado junio salió publicado en prensa que Andoni Zubizarreta había presentado su dimisión y que esta fue rechazada por la Junta. De ello se hizo eco Mundo Deportivo, la siguiente fuente más fiable después de la web oficial del club, hecho que da veracidad a lo ocurrido. Uno podría esperar que la dimisión de Zubi se debiera a la penosa imagen que dio el equipo a final de temporada, donde se demostró que la plantilla era claramente corta en todas las líneas, especialmente en la defensa. No fue así. Siempre según MD, se debió a que Bartomeu no quería seguir contando con Albert Valentí, encargado del scouting, a causa de una política de fichajes sospechosa en relación al Barça B y al Juvenil. El exportero se enrocó y, al parecer, ligó su futuro al de Valentí. ¿El resultado? El que iba a ser despedido fue renovado por un año.
Hace unos días se ha confirmado una noticia que ya se venía rumoreando desde hacía meses, otra renovación. En este caso, el que ve prolongado su contrato con el club es Zubizarreta, concretamente hasta 2016. Sorprendentemente, su tarea no va a ser la de portavoz de la entidad, desempeño en el que es, de largo, el mejor del club, el tuerto en el club privado de los ciegos; no, su trabajo va a seguir siendo el de Director Deportivo. Felicidades, Andoni. Es difícil lograr más haciendo menos. Es un ejemplo y una referencia para todos aquellos que se han visto perjudicados por la crisis, todos los que se ven trabajando más horas para cobrar el mismo sueldo (los afortunados) o bastante menos. Zubi demuestra que hay esperanza para todos ellos.
Elegido por Sandro Rosell para, según dicen, contentar al Dalai Lama, llegó al club de la mano del nuevo presidente en 2010 y ha sobrevivido a la marcha del entonces entrenador azulgrana. ¿Que qué méritos ha hecho para ser renovado? Dejando de lado la etapa de Guardiola, donde asumiremos que era Pep el que pedía los fichajes y se encargaba de la confección de la plantilla, Zubizarreta ha realizado la friolera de tres fichajes en dos años, con el club afrontando un evidente cambio de ciclo. Ya desde la época de Guardiola, se necesitaba un central. Tras años de deliberaciones que seguro fueron profundas para alargarse de tal manera en el tiempo, se tomó una decisión: Thiago Silva. El brasileño era ideal, era él o nadie, cumplía con los requisitos a la perfección: presencia, anticipación, buena salida, excelente por arriba y un líder. Y, encima, el Milan lo consideraba transferible. El brasileño, sin embargo, acabó en el PSG. ¿Qué pasó con el central que se buscaba? Se acabó fichando a Song, que no había jugado de central en toda su carrera. No importaba: Touré tampoco y lo hizo bien en los cuatro o cinco partidos en los que Guardiola lo puso atrás. Mejor aval que ese, imposible. La enfermedad de Abidal obligó también a fichar a un lateral izquierdo, dando aquí con la tecla: Jordi Alba es un magnífico carrilero.
Para el verano de 2013, era evidente que se necesitaban fichajes, tanto defensas como delanteros e incluso un portero para suplir a Valdés, que ya había dicho por activa y por pasiva que dejaría la disciplina culé cuando acabara su contrato en 2014. Se fichó a Neymar, jugador firmado por Rosell, y se volvió a preguntar por Thiago Silva. No, no se interesaron por él en febrero; tampoco en marzo ni en abril. Fue en julio cuando el Barça contactó con el PSG. Es decir, que la prioridad absoluta del club desde 2011 se encaró en julio de 2013, no meses antes, cuando ya era más que claro que Puyol no podía jugar más de 30 partidos por temporada y que Piqué jugaba más fuera del campo que dentro y que Mascherano era un enorme jugador, pero no sería nunca un enorme central. Thiago Silva acabó renovando con el conjunto parisino. El Barça decidió esperar a la recuperación de Puyol, que salía de su enésima lesión y que se encamina hacia su treinta y seis aniversario. No hubo más fichajes que Neymar para el equipo que cayó vapuleado en Champions.
Total, todo va bien.
Y, el que piense lo contrario, sólo quiere desestabilizar. Y nos reíamos de los pseudomadridistas.