Por Jordi Blanco (@Elwood_White) y Francisco Ávila (@pacoavila)
A pesar de que su puesto está entre bambalinas, no se esconde. Difícilmente la veremos luciendo el palmito. El método de Esther Jaumà es otro, con energía, pero no tan enérgica. Sentada junto a la piscina del CAR es una más, pasa inadvertida entre Anna Vives y Mayuko Fujiki, sus ayudantes. Ha liderado el equipo español de sincronizada, pero no se siente satisfecha con el pleno de siete medallas conseguido, porque ve cada vez más lejos a las rusas y más cerca a las ucranianas.
Pide tiempo para poner en práctica su nuevo sistema de trabajo y no tiene miedo a la alargada sombra de su predecesora, Anna Tarrés. A Jaumà le va más la técnica que las lentejuelas y ya tiene localizado uno de los problemas del equipo: la preparación física.
“Es una de las carencias del equipo. Tienen cosas muy, muy buenas, pero en lo físico, no. Esas carencias derivan en lesiones. El cuerpo está preparado para hacer un tipo de cosas muy específicas, pero cuando sales de esos registros, no es capaz de hacer otras”. En la primera respuesta, Esther es contundente.
Asegura que se tuvo que hacer un trabajo “muy de base” y después el tiempo se les echó encima. “Antes se hacía una preparación física muy cortoplacista -insiste-, se buscaban éxitos al momento, pero no a largo plazo”, dice Jaumà, quien admite que el equipo no llegó al Mundial como ella quería. “El plan es a cuatro años y me encontré con un nivel físico bastante deficiente. Teníamos que ponerlas en un tono básico para comenzar a trabajar”, sentencia.
La preparación física sólo estaba dirigida a la preparación de las coreografías, no al trabajo general. Jaumà cree que se producía “un sobreentrenamiento de un grupo de músculos” y como consecuencia “roturas y distensiones de tendones del bíceps por repetición de movimientos, sin tener en cuenta que hay que proteger determinadas zonas”.
Ahora el equipo trabaja con un preparador físico general y otro para las acrobacias; con una profesora de danza que se encarga del tema de las extensiones y para la parte de agua están ellas: Esther, Anna y Mayu.
Cuenta Jaumà que ese sistema de trabajo es el que imperaba a principios de 2000, cuando empezó a crearse la generación potente de nadadoras con Irina Rodríguez y Gemma Mengual como puntas de lanza. Después se perdió la costumbre y ahora quiere recuperarlo.
“Rusia basa el setenta por ciento de su preparación deportiva en la preparación física. ¿En qué se nota? En la altura de los saltos, en una mejora de las acrobacias, en la mejora de la técnica de base y en la puntuación en la ejecución técnica”
Admite que Tarrés no cree en ese sistema y Jaumà se defiende de la supuesta pérdida de creatividad del equipo destacando en que a diferencia de su predecesora, ella ve la natación sincronizada como un deporte.
“Ella lo ve como un espectáculo, pero es un deporte. Si no, no estaríamos en unos Juegos Olímpicos o en unos Mundiales»
De hecho, la actual seleccionadora no reniega de ambas cosas: «Me gusta la vertiente de la sincro como espectáculo, me encanta. Me gusta el ‘Circo del Sol’ y estaría muy bien que hubiera un circuito profesional con exhibiciones. Eso sería fantástico, pero la técnica, la dificultad, la ejecución y el físico lo es más”, insiste.
Si la preparación física del equipo no era la adecuada, Jaumà nos descubre el segundo gran problema que ha detectado: la base técnica tampoco es la correcta. “Hay dos o tres nadadores muy buenas y el resto, no. Hay nadadoras que en sus categorías de edad no han llegado a conseguir una técnica suficiente y ahora estamos corrigiendo cosas que se tendrían que haber arreglado antes de los 18 años. Ahora las mejores nadadoras que tenemos son las más jóvenes”, sorprende.
Y como en todo inicio, Esther Jaumà pide tiempo. Recuerda que lleva veinte años entrenando y su filosofía siempre ha sido la misma: “Haz lo mejor que puedas y más”. Eso es lo que intenta cada día en esa piscina del CAR, con un ‘Iphone’ conectado al sistema de audio y la reverberación del sonido invadiendo los oídos.
“Llegaré hasta donde llegaré y espero que sea lo mejor para las chicas. Intento no compararme con nadie, ser yo misma y demostrarle a la gente que ha apostado por mí que tengo razón”
Con Tarrés no se plantea rehacer una relación que se rompió hace diez años y que sólo tuvo una mínima continuidad en el plano profesional: “Es una persona que necesita estar, porque forma parte de su personalidad. Necesita que todo gire alrededor suyo y cualquier otra persona se hubiera ido discretamente…”
Pero no lo hizo, según Jaumà, y la división en el pequeño mundo de la sincronizada es una evidencia. Recuerda la seleccionadora que la decisión del relevo no se debió a decisiones deportivas –“si no, ella estaría ahora hablando con vosotros porque mejores resultados que ha tenido ella, no los ha tenido nadie”– sino a otro tipo de cuestiones.
“¿Las razones esgrimidas por el presidente (Fernando Carpena) de que se iba a luchar por el oro y con las rusas? ¿Qué iba a decir? Es imposible eso ahora, por el país, el número de licencias y el físico de nuestras nadadoras. Ser segundas es un gran éxito”, asegura.
Jaumà tiene un plan y una fecha: 2016. Quiere dinamizar la sincro de base y por ello no considera que sea viable trabajar con un grupo reducido de diez nadadoras durante mucho tiempo: “El trabajo supone un goteo de cambios y abrir ese abanico de posibilidades. Habrá cambios y en estos tres próximos años, se producirán uno o dos en el equipo, seguro. Busco una base de la que pueda nutrirse el equipo, pero también tener un relevo”.
Su equipo trabajará sobre todo la técnica -ha cambiado el sistema de puntuación y tendrá más peso que la impresión artística- y la preparación física, sin olvidarse de la creatividad. No le preocupa que Tarrés haya criticado ese supuesto déficit en el plano artístico y ofrece una pincelada final.
“¿Que falla la creatividad? Os puedo enseñar un vídeo de hace 16 años de un equipo de Tarrés y podéis ver lo qué es creatividad. Todo estaba copiado, porque ella era incapaz»
Ante todo ello, la seleccionadora es firme en pedir, se diría que exigir, un margen de confianza. «Ella tuvo la oportunidad y el rodaje de poder aprender a ser creativa durante dieciséis años… ¿Acaso el resto lo tenemos que hacer en un año?”, se pregunta.
A Jaumà no le gustan los focos. Resulta complicado encontrar una imagen suya en primer plano y por no tener no dispone ni de entrada en la Wikipedia. Mejor o peor, su método es otro. Y su discurso, también.
Leer La nueva República Independiente de la Tarrés
La foto es de AP