El olmo y las peras

 mundial

A nadie le gustan los olmos. Son árboles que están porque tiene que haber de todo, pero ni dan fruta ni son especialmente bonitos. De ellos se aprovecha su buena madera y la sombra que proporcionan, consecuencia de su altura. Afectados por la grafiosis (una enfermedad fúngica que infecta al género), su población ha quedado severamente diezmada y algunas de sus especies se encuentran en peligro de extinción. A pesar de ello, quedarán para siempre en el vocabulario español debido a una famosa frase hecha.

Al Barça de Martino tampoco se le pueden pedir demasiadas peras más. En este caso, no hablamos de un olmo, sino del peral más fructífero, bello y con frutos más deliciosos que algunos privilegiados han podido saborear. Un árbol en apariencia perenne que, por desgracia, comienza a sucumbir al otoño, ese que parecía que nunca iba a hacer acto de presencia. Algunas de sus hojas empiezan a languidecer; el color, hasta ahora del verde más intenso que se podía llegar a ver, abandona su uniformidad mientras el amarillo va abriéndose paso. La imagen es aún bella y aún queda alguna pera exquisita del verano, cada día más lejano. No queda ya mucho tiempo hasta que el suelo sobre el que se ha alzado, orgulloso y lozano, comience a cubrirse de una triste y apagada amalgama de colores. El verde se halla, como el olmo, en peligro de extinción.

La melancolía invade ahora a aquellos que lo han visto como si viviesen en una permanente tarde de domingo. Ojalá fuese tan sencillo sacudirse la nostalgia y apreciar la belleza de cada etapa, asumir que todo aquello que tiene un inicio también cuenta con un fin y que ello no tiene por qué ser malo. La vida pasa y lo hace tan aprisa que cuesta detenerse un instante y reparar en lo injusto que supone la eterna comparación del presente con la primavera. Es entonces cuando, por un momento, es posible disfrutar del amarillo, el rojo y los tintes de marrón que cohabitan con el menguante verde, ya abrigados y preparados para el invierno, que a buen seguro acabará apareciendo. Sin embargo, por suerte o por desgracia, el fútbol no es como la vida: siempre hay hueco para una nueva primavera.

Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.