El fichaje de Neymar sigue trayendo cola y esta mañana nos despertábamos con otra preocupante noticia: según ha podido saber El Mundo, el traspaso habría ascendido a un total de 95 millones de euros según documentos que maneja la Audiencia Nacional, lejos de los tan y tan repetidos 57 millones que defiende el unidimensional Sandro Rosell. Más allá de las cuestiones que pueden surgir alrededor de por qué un periódico tiene acceso a esa clase de investigaciones, la información va en la línea de la rumorología instalada permanentemente en las circunstancias que rodean el pase del delantero estrella brasileño.
A falta de la rueda de prensa que ofrecerá el club esta tarde, en la que participará Rosell, hay que coger con pinzas una información que todavía no ha sido desmentida por la Audiencia Nacional. No sólo porque el diario sea El Mundo, que apenas un mes atrás sostenía que había una investigación activa a Jorge Messi, padre del crack argentino, por blanqueo de dinero proveniente de estupefacientes (noticia que, por cierto, fue desmentida por la Guardia Civil el mismo día y de la que aún se espera una rectificación por parte del diario); no, no únicamente por la cabecera. Los motivos se encuentran bajo el titular, y es que Eduardo Inda es quien firma esas líneas.
Inda es ya alguien sobradamente conocido en el ámbito deportivo. Antiguo director de El Mundo en las Islas Baleares, ese fue su trampolín hacia la dirección de Marca tras demostrar al líder del grupo Unidad Editorial, Pedro J. Ramírez, su más profunda lealtad, aunque fuese a costa de mentir y de faltar al propósito final de cualquier periodista. Ya en Madrid, se encargó de derrumbar el prestigio que le quedaba al que fuese diario más respetado del país. Su trabajo fue concienzudo y él estuvo detrás de portadas que vistieron a Villa de blanco, que afirmaron que Iniesta ficharía por el Madrid, que lanzaron el premonitorio «Esto es Anfield… ¿Y qué?» antes de que el Liverpool endosara un bochornoso 4-0 al Madrid o de insinuar, día sí y día también, que había una conspiración arbitral a favor del Barcelona, llegando al punto de sacar una tapa que rezaba «¿Campeón por decreto?» con jugadores culés abrazándose. Por no hablar del tan manido «canguelo» con el que el bueno de Eduardo adornaba sus sublimes videoblogs.
Eduardo Inda, que ahora pasea su demagogia a golpe de iPad por cualquier tertulia que se preste, salió de Marca para fracasar como director de Veo7 y acabar como reportero de El Mundo. Dejando a un lado las dudas que suscita contratar como reportero a un tipo con ese historial periodístico, es aconsejable poner en cuarentena cualquier información que pueda firmar. Sobre todo si el hombre acude siempre como gran logro de su carrera a destapar el amaño de Ramón Calderón en la Asamblea de Socios Compromisarios del Madrid, tal como si fuera el mismísimo Watergate y no una trama que podría haber sido urdida por los mismísimos Mortadelo y Filemón.
Es esencial que Rosell aparque de una vez la famosa confidencialidad y explique al detalle todos los pormenores de una operación que cada vez huele peor y que amenaza con manchar de forma irreparable su época como presidente culé. Sería una pena que un presidente que ha cometido varios errores de bulto en la parcela deportiva acabara fuera por uno que se restringe al área económica. Y sería aún más lastimoso que quien destapase todo el embrollo fuese un periodista al que la verdad molesta.