El club del ‘todo mal’

Acabó el mercado veraniego y, como no podría ser de otro modo en Can Barça, tras la vorágine de nombres, rumores e inventos, llegó el runrún de lo social. Spoiler: todo mal.

Primero fue Joan Laporta quien compareció la pasada semana ante los medios durante una hora y media para dar cuenta del periodo de fichajes. Lo hizo a su manera, haciendo equilibrios con las palabras y dejando algún argumento más próximo a la comedia española de los 70 que a la realidad del club. Todo mal.

Una semana después ha sido Víctor Font quien ha saltado al ruedo para pedir adelanto electoral ante lo que él considera que es un naufragio. Font ha respondido a todo lo que le han preguntado. Incluso ha rematado alguna asistencia lanzada desde los pupitres, equiparable a las bolas de billar fáciles que, cuentan, le ponían a Fernando VII para que se creyera un fenómeno. ¿El resumen? Todo mal, que diría un buen amigo mío.

Al final, unos y otros llevan el relato donde quieren ante un curioso caso que se da en los medios: los más beligerantes en las tertulias no acuden a las ruedas de prensa para preguntar la causa de su (posiblemente acertada) indignación, pero luego continúan indignados porque nadie ha dado respuesta a sus dudas.

Este fenómeno, equiparable a las rajadas contra un entrevistado en la radio cuando éste ya se ha ido, hace un flaco favor a un oficio en el que cada vez cree menos gente. Todo mal, claro.

Mientras esperamos que ruede el balón en Montilivi y que arranque la Liga de Campeones la próxima semana, se cierne ante nosotros el negro nubarrón que acompaña al club desde que el Barça es el Barça. Un club que, aun hundiéndose según auguran muchos, resulta tan goloso para esos mismos agoreros. Y lo es sin importar si la plantilla es corta, si se volverá en breve al Camp Nou o si tal o cual jugador quiere o no operarse.

Ya saben: todo mal, pero déjenme sitio.

Foto: FC Barcelona

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