NOTABLE. Sacó dos buenas manos y le fastidiaron la noche en el 91′.
EXCELSO. La velocidad por esa banda del Real Madrid nos hizo temer lo peor, pero el brasileño estuvo perfecto en todas las tareas.
MOTIVADO. Se nota que jugar el clásico le pone a 100%. Ganó prácticamente todos los duelos con los blancos.
INDULTADO. Pese a algún error sin importancia, la afición le perdonó lo de Milan y aplaudió su arrojo en cada balón.
CERROJO. Su misión fue que no pasara nadie por su zona, llámese Bale, Cristiano o Di María, y cumplió con creces.
DESCANSADO Incrustado entre los centrales cuando se requería, el débil centro del campo rival no le exigió demasiado.
METRÓNOMO. La movió a su antojo mientras Modric y Khedira la veían pasar.
ZIDANESCO. Bailó con la pelota en los pies, sobre todo en la primera parte.
PISOTEADO. Le hicieron un penalti que no saldrá en ninguna repetición. Su trabajo para desahogar el centro del campo desde el falso 9 fue meritorio. Acabó reventado.
VIGILADO. No lo tuvo fácil el de Rosario para destacar aunque no dejó de intentarlo desde la banda derecha.
INCISIVO. Aunque no se tradujo en ocasiones demasiado claras, no se cansó de combinar desde la izquierda a la búsqueda de un gol que llegó pronto. Para que te saquen amarilla, hay que hundirle el codo en la cara dos veces.
MARAVILLA. Lo suyo fue salir y besar el santo: golazo de vaselina que dejó en evidencia a Pepe y a Diego López.
DILUIDO. Salió para darle detener al Madrid en su esperado rush final pero estuvo flojito.
COBRADOR. Vamos, que cobró de lo lindo para el rato que estuvo.