Tras cinco años, los culés tuvieron menos la pelota que su rival. Más allá de lo abrumador del dato, perder la posesión con el Rayo el pasado sábado es anecdótico, ya que el equipo de Vallecas fue el año pasado el tercer mejor equipo de Europa en esta estadística, sólo superado por Barça y Bayern. El conjunto dirigido por Paco Jémez se caracteriza tanto por su buen gusto con la pelota como por su fragilidad defensiva y en el último partido se vio una buena dosis de ambas cosas al perder 0-4 a pesar de tener el balón más tiempo.
Este es un aspecto polémico incluso dentro de Can Barça, al que se le otorga mucho más peso del que realmente merece. No es coincidencia que tener más la pelota que el rival haya traído la época de más esplendor de la historia del club, pero hay que distinguir entre causa y consecuencia. El Barça de Pep necesitaba la pelota. Se construía a partir de ella. No era un equipo de balonmano al borde del juego pasivo, eran once hombres que se pasaban la bombona de oxígeno. El 70% de posesión derivaba de este ansia por respirar que tenían los jugadores.
Sin embargo, en los últimos meses de Tito la posesión fue la causa y no la consecuencia. El equipo tenía la pelota por castigo, obligado por un rival que se encontraba cómodo poblando el último cuarto del campo. Es ahí cuando el Barça comienza a competir por la Asobal. La posesión deja de ser un arma para pasar a ser una excusa, llegando a escuchar a Xavi decir que el Bayern no logró dominar la eliminatoria del 7-0 basándose en ello. Tener más la pelota deja de ser un logro cuando se convierte en el objetivo.
El Barça del Tata no sabe aún si quiere más a papá o a mamá. Se sospecha que al nuevo técnico le gustaría un juego más directo, con más presencia de los balones largos, sin que ello signifique renunciar a la pelota. Este año, de hecho, la posesión media del equipo, como bien se ha encargado de recalcar Martino, es del 65.8%. No obstante, ¿de qué le sirve esa posesión al Barcelona? ¿Tener el 66% de posesión te asegura jugar igual que con Guardiola? ¿Por qué se presupone que tener menos posesión significa jugar mal o peor que el rival?
Las épocas acaban, bien sea por una razón o por otra. Parece haber un consenso entre los estamentos que dirigen la entidad (entre los cuales se incluyen algunos jugadores) en que hay que hacer un cambio sin hablar del cambio. Las victorias están sirviendo para comprar tiempo mientras el equipo realiza su peregrinaje espiritual, en el que no se sabe del todo quién es el que guía y quién el que se deja llevar.
El local está en reformas y la fachada es un porcentaje que sólo al venirse abajo ha levantado ruido, cuando la realidad es que, posesión del 66% o no, este Barça se encuentra más cómodo sin el balón que con él.