Mientras el Barça de Lionel Messi encadena cuatro de las últimas cinco Ligas, tres de las últimas ocho Champions, más otra cantidad importante de títulos menores como Copas, Supercopas -de Europa y de España- y Mundialitos de Clubes, el Real Madrid del gran Cristiano Ronaldo suma la friolera de una Liga y cero Champions -más dos títulos menores como Supercopa de España y Copa- en los cuatro años y medio que el de Madeira viste de blanco. Y este año, al menos en el campeonato doméstico, tampoco se vislumbra un cambio en esta tendencia con los seis puntos de ventaja ya acumulados por el conjunto culé.
Esta falta de celebraciones en el bando madridista ha llevado al entorno blanco, encabezado por la famosa caverna -según palabras de Laporta– a que en los últimos años asistamos a una campaña dirigida y parametrizada con el único fin de que Cristiano Ronaldo sea nombrado Balón de Oro y celebrar la victoria como si de una Champions se tratase.
Corregido el error de la temporada pasada, donde la caverna erró la estrategia al dividir esfuerzos entre Casillas y el portugués, este año todos los esfuerzos van dirigidos en un único sentido. La coincidencia en el tiempo de la lesión de Messi y la gran actuación de Ronaldo en la repesca de la Eurocopa -señal sintomática de que el portugués no fue capaz de clasificar directamente a su selección- y de que ambos hechos se hayan producido justo en el momento de las votaciones, alargadas sospechosamente en el tiempo, parecen otorgar un claro favoritismo a Cristiano Ronaldo, a pesar de no haber conseguido ningún título en todo el 2013.
A quiénes hemos nacido y crecido con las cinco Ligas de la Quinta del Buitre, el martirio continuo de escuchar las 6 Copas de Europa, la liga culé por década, el ver la Copa de Europa por la tele o el celebrar una Copa del Rey o una Recopa como el mayor título de la historia blaugrana, nos sorprende a la vez que nos alegra, cómo la realidad del fútbol estatal ha dado la vuelta tan radicalmente en sólo veinte años. Ahora es el Barça quien suma ligas con facilidad, quien gana y pelea Champions hasta el final y quien suma títulos individuales, mientras es el Real Madrid el que celebra Copas como Champions, una Liga entre cinco como si fuera la más importante del mundo o bien ansía poder celebrar un Balón de Oro -aún no conseguido- como el título de todos los títulos.
A los que nunca vimos jugar a Kubala, pero hemos escuchado tantas maravillas de él, nos sigue costando comprender por qué, a pesar de su enorme calidad, era el Real Madrid de Di Stéfano el que ganaba las Copas de Europa -cinco- y un mayor número de Ligas. Y tampoco acertamos a comprender por qué el fútbol internacional nunca ha reconocido a Laszy como un grande de la historia, como sí ha hecho con el argentino.
Porque quizás en esta época estemos asistiendo a una re-escenificación de lo que sucedía hace 60 años en el fútbol español, pero con los papeles, y lo más importante, con los palmarés cambiados: los títulos y el reconocimiento mundial como número uno son para Leo Messi, mientras para Cristiano Ronaldo -aun siendo un excelentísimo jugador, algo indiscutible- queda principalmente el reconocimiento de su entorno. El blanco y el portugués.
Cómo hemos cambiado…