Cambiar de nombre el Camp Nou

No sería la primera vez que el Camp Nou (1957. Francesc Mitjans, Josep Soteras y Lorenzo García-Barbón) cambia de nombre.

Inicialmente se llamó Estadi del FC Barcelona, pero a nivel popular todo el mundo lo conocía como ‘Camp Nou’ (campo nuevo) ya que –gracias a Kubala– se construyó para albergar mayor capacidad de espectadores, sustituyendo al antiguo Camp de Les Corts (1922-1966. Santiago Mestres y Josep Alemany).

Y no fue hasta la temporada 2000/2001 cuando, después de una consulta popular al socio a través de correo, se decidió oficializar el nombre por el que todo el mundo ya lo conocía. De las 29.102 respuestas recibidas, un total de 19.861 (el 68.25%) apostaron por Camp Nou en lugar de Estadi del FC Barcelona.

En junio de 2013 el portavoz de la junta del Barça, Toni Freixa, comentó que tenían la intención de realizar una propuesta para vender los ‘naming rights’ del Camp Nou. Una decisión que junto con el cambio de nombre del Palau Blaugrana debería ser aprobada en la Asamblea de Compromisarios. Freixa hizo hincapié en que el club debía ser lo más democrático y participativo posible respecto al socio, y que para ello harían falta al menos 2/3 de los votos.

El pasado 10 de diciembre Javier Faus –vicepresidente económico– anunció que el club estudiaba la posibilidad de poner un ‘apellido’ al Camp Nou. Faus habló incluso de cifras: 100 millones de euros en 25 años o, en caso de hipotecar el nombre en su totalidad como otros estadios europeos, ingresos de hasta 250 millones. Pero también afirmó que, en principio, se descartaba esta opción.

Y ahora salta la noticia de que Qatar estaría negociando con el Barça para rebautizar el estadio como Camp Nou Qatar Stadium, por una cantidad de 350 millones de euros a un plazo de 30 años, según informa Gerardo Molina, consejero delegado de la agencia Euromericas Sport Marketing. La información, desmentida ya desde el club, deja claro que el naming es una vía de ingresos que muchos clubes estudian o aplican. Sirvan de ejemplos el Allianz Arena (341 millones de euros a cambio del nombre por 30 años) o el Emirates Stadium (55 millones con contrato hasta la temporada 2021-2022). Mientras tanto, el Real Madrid parece que estudia ofertas de Microsoft y de Coca-Cola.

Todo este asunto del Camp Nou irá ligado, claro está, a la propuesta que el Barça plantee el próximo lunes para reformar el estadio o construir uno nuevo. Se comenta que este fin de semana varios directivos del Barça (Sandro Rosell, Javier Faus, Jordi Moix y Eduard Coll) se han ido a esquiar a Baqueira Beret para acabar de ultimar detalles. En fin.

En el transcurso de los próximos meses el socio será probablemente influenciado por los medios que sean necesarios para convencerlo de la propuesta favorita de la directiva y, de paso, de la necesidad de realizar esos ingresos extras, sin importar el significado del nombre que le pondrá a su hogar, ni las cláusulas adicionales que ello conlleve (el acuerdo sobre la camiseta estaba lleno de sorpresas). Ni mucho menos recapacitará sobre con quién se hipoteca y qué puede representar ello en el futuro.

Uno no puede dejar de pensar en improductivos romanticismos como reformar lo mínimamente necesario el Camp Nou y sí, cambiarlo ya de nombre, rebautizándolo como Estadi de Joan Gamper, Camp Ladislau Kubala o, quién sabe si con el tiempo, Temple de Leo Messi.

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