El Barça llevará, a partir de la temporada que empieza en apenas unos días, un patrocinador en la manga: Beko. Como no podía ser de otra forma, las cifras del acuerdo son confidenciales, en un nuevo ejercicio de transparencia de la junta de un presidente no electo.
La empresa de electrodomésticos será la primera que logre hacerse un hueco en las mangas de la anteriormente sagrada camiseta culé, condición que pierde a pasos agigantados con cada día que transcurre con Qatar en el pecho. La zamarra azulgrana ha experimentado un cambio extraordinario en apenas unos años: empezó a patrocinar a Unicef en 2006 después de mantenerla impoluta durante más de cien años, luego entró Qatar Foundation como caballo de Troya y, finalmente, ha acabado paseando a una aerolínea.
Todo sea por la deuda, como recalca Faus, el vicepresidente económico. Aunque la época de los tóners ya se ha dejado atrás, como quedó claro tras pancartas como la de la Masía o con la propaganda del nuevo Camp Nou, el Barça sigue siendo una entidad muy endeudada. Los directivos, que conocen mejor que nadie la condición renqueante del club, venden un trocito más de la historia del club –esa que tan poco parece importarles– para costear después los cien millones de la operación del pasado verano o los ochenta y tantos de esta. Qué más da si para ello hay que empapelar todo el Camp Nou o buscarle apellidos para suavizar el montante de la operación que convertirá un estadio que sólo necesita ponerse al día en un templo faraónico por 700 millones.
En este Barça, todo está por vender.
Fotos: FC Barcelona