Entre colchones y barrotes pasaron la noche bajo arresto Messi y su banda. Atrapado en un bosque de atléticos alguaciles, perseguido y maniatado, no halló resquicio alguno en el dispositivo de seguridad montado por el comisario Simeone.
La brigada de blindados formada por Godín, Koke y Gabi sujetó las arremetidas barcelonistas y, cuando menos se esperaba, un certero obús de gas lacrimógeno sembró el pánico entre los manifestantes culés.
El episodio es una repetición de otros similares que parecían olvidados. La alternancia de juego corto y largo que este año ha propuesto el Barça en determinados momentos trastoca los planes defensivos del contrario tanto como limita a los atacantes culés, que ya no atacan juntos.
Vuelve a sembrar dudas el Barça cuando abril se cierne de nuevo sobre las competiciones, cuando el equipo parecía haber recobrado la velocidad de circulación y mostraba su mejor cara. Dos inoportunas lesiones han desnudado, más si cabe, las debilidades defensivas del Barça, lo que repercute en la creación de su fútbol.
Es constatable que al equipo ya se le notan las costuras sobre todo atrás y siguen vigentes las carencias que el año pasado mostró el Bayern.
La pausa que ofrece Xavi se antoja insuficiente ante equipos que se pertrechan y repliegan tan rápido. El descontrol que ofrece Cesc no parece gozar de la jerarquía y confianza necesarias para sustituir un sistema largo tiempo implantado y que tantos éxitos ha brindado. El nexo es muy probable que no se llame Sergi Roberto, sino que se apellide Alcántara.
En línea defensiva (es un decir) la anunciada baja de Valdés se ha adelantado de forma desgraciada. El juego de pies y caderas de Pinto invita al rival a presionar muy arriba (como ayer puso de manifiesto el Atleti), lo que dificulta notablemente la salida de balón donde Mascherano sufre como nunca.
Además, la apuesta de abrir el campo dio su fruto pero solo se puso en práctica quince minutos. El equipo mira hacia atrás en exceso y en parte es lógico, porque quizá se siente indefenso ante tanta adversidad. Messi baja a por balones hasta la altura de Busquets más por puro instinto protector de la posesión que por el fruto que puedan dar sus incursiones. El desequilibrio es cada vez más evidente entre la banda derecha y la izquierda. La una flojea defensivamente, la otra está notoriamente sobrecargada. La incorporación de Neymar, incapaz de marcar diferencias en la derecha, produce atascos estorbando la acción de Iniesta y Alba (que está en un momento envidiable), a la vez que debilita la derecha, privada de las ayudas de Pedro. Con Messi en el calabozo, Iniesta se encuentra sólo como fabricante ante el declive de Xavi, mientras Busquets no da abasto para tapar grietas.
Los jugadores van mutando, mientras el sistema pretende permanecer inalterable.
Y ante ese panorama, la exasperante tardanza de Martino para tomar decisiones que permitan cambiar el rumbo del partido es otro factor en contra. Es para reflexionar el modo en que algunos jugadores, que podrían ofrecer soluciones, están quedando relegados a papeles menores (léase Alexis, Pedro, Adriano o Song). Esto viene a demostrar que si bien el Tata Martino ha estado haciendo rotaciones, no parece tenerlas todas consigo a la hora de contar con actores secundarios. Ayer mismo Bartra habría tenido nulas opciones de jugar si no hubiera sido por la lesión de Piqué. Conclusión: una plantilla mal planificada está siendo peor gestionada.
Todo ello nos lleva a una discontinuidad en las acciones de ataque donde la producción de ocasiones de gol y remates a puerta ha descendido de forma nítida y más ayer ante un Atleti que apenas concede llegadas a su área. Por fortuna, la aparición de un Bartra que mostró personalidad y no se achicó en el envite le da al equipo algo de resuello ante el alarmante déficit de centrales que arrastra. Falta por ver si será remiendo suficiente para que el equipo vuelva a mirar hacia adelante y pueda competir con garantías en este tramo final.
Siendo poco alentador el panorama descrito, ahora hay que sumar la sanción de la FIFA que puede ahondar más en la herida. Urge volver a los métodos donde La Masía surtió de jugadores al primer equipo. Urge recuperar la base estructural de lo que realmente importa, dejando de lado debates sobre otras estructuras para los que habrá mejor momento.