Su cabeza solo piensa “en Ucrania” pero el corazón le devuelve a una realidad no cotidiana pero sí íntima. A Anna Tarrés le duele España, le duele la eliminación de esa selección que un día fue la suya “por las nadadoras, por su esfuerzo no recompensado” e intenta desgranar un discurso más pausado que el revolucionario con el que llegó desde Río.
Un día después de aterrizar desde Brasil y uno antes de marchar a Valladolid, al frente del Kallipolis para tomar parte del Campeonato de España más morboso de los últimos tiempos, Tarrés pone en orden el torbellino de declaraciones con el que llegó.
Hace un paréntesis en los entrenamientos de su club, porque no para. Entre Ucrania y el Kallipolis en una vuelta a empezar continua, se aviene a dar su punto de vista. De todo y sin esconderse. Con calma, con el paso de las horas, entiende que quizá se excedió y aunque no lo utiliza como excusa, advierte que su carácter siempre ha sido el mismo y que, sin haber la maldad que se le atribuye, sí existe en ella esa forma de “decir a las cosas por su nombre”.
Hay que buscar un responsable máximo y ahí hay que mirar a la presidencia
“No creo que deba pedir perdón por lo que dije. Me preguntaron y di mi opinión. Otra cosa es como la hayan recibido… Pero si alguien se ofendió personalmente no me duele disculparme”, acepta por fin Tarrés, quien acaba por explicar lo que, a su juicio, ha ocurrido en la sincro española.
“Al final hay que buscar un responsable máximo y ahí hay que mirar a la presidencia” afirma contundente, acusando a Fernando Carpena, el presidente de la Federación Española de hacer “solo política” y recordando que el día, lejano, en que presentó al nuevo equipo técnico de la selección proclamando que el objetivo era “ganar a Rusia” comenzó la cuesta abajo.
“A Rusia no se la gana y esa afirmación fue un menosprecio a la sincro en general que se paga” advierte, antes de repetir su pesar. “A mi me sabe mal, muy mal, por todo el mundo de la sincro, pero llega un momento en que te enciendes por la incapacidad de dar la vuelta a las cosas, por la impotencia que sientes…”.
Es ridículo pensar que me alegro de la eliminación
Es rival. Y habla, tal cual, como si fuera parte. “He leído y escuchado que me alegro de la no clasificación de España. Eso es ridículo. Me apena, más allá de consideraciones deportivas, que el equipo se haya quedado fuera de los Juegos”, concluye.
Con los ojos fijados en los resultados del Preolímpico, Tarrés va más allá. ‘Innovación‘ se mantiene como una palabra fija en su vocabulario. ‘Ideas‘ y ‘método‘ se repiten también. Y una constante: “fijarse en las demás. Mirar, aprender, entender…”.
¿Espiar lo que hacen las otras? “Esto se ha hecho siempre. Fijarte en China y Japón, mirar a Rusia y de alguna manera adaptarlo a tu situación”, descubre antes de advertir que “quizá” en España “haya que cambiar el método, revisarlo y pensar”.
Quiero resultados, pero partiendo de una forma de trabajar
“Nosotras superamos a Italia en 2001 y a partir de ahí no hicimos más que crecer”, recuerda en clave de ‘su España’ antes de descubrir que en un Open celebrado hace pocos meses en Francia, la seleccionadora italiana se despidió de ella dándole a entender que “lucharían por la tercera plaza con España en el Preolímpico y que estaba convencida de lograrlo”. Su resumen de ese cambio de status es claro: “Italia sí miró a España”.
“A mi no me pareció correcto que Canadá también quedase por encima de España, pero sí Italia”, reconoce Tarrés. “Me duele decirlo, pero hace tiempo que se tuvo que prevenir que podía pasar. Italia ha dado ese paso adelante otra vez, como hizo Japón, y Ucrania no ha hecho más que crecer”, explica antes de argumentar su papel personal con la ex república soviética: “Es fácil. Me lo ofrecieron y acepte”, simplifica. “Tengo la oportunidad de volver a soñar con cosas nuevas, la ocasión de trabajar en lo que creo. Claro que quiero resultados y es lo que buscamos… Pero partiendo de una base concreta, de una forma de trabajar. No puedes quedarte anclada”.
Con Ucrania tiene la oportunidad de pelear por unas medallas que en Francia, o México (que también la sondeó) no tendría. Y a partir de ello se la tilda de oportunista. A esa afirmación no le da ninguna importancia. “Me gustó, me encantó asesorar a Francia, pero los condicionantes son distintos”, conviene.
Respeto la decisión de volver a contar con Gemma Mengual
Antes de acabar la charla y regresar a la piscina menciona lo justo a Gemma Mengual. “Respeto la decisión de volver a contar con ella. Yo habría preferido una apuesta de futuro y no dar el mensaje que se dio recuperándola”, resume sin querer entrar en más batallas.
“Quizá haya que reflexionar. Y debamos hacerlo todos pensando en el bien común”, sentencia a modo de despedida. Aunque aún tiene tiempo de lanzar un último mensaje: “La sincro es un deporte colectivo, de equipo, de esfuerzo común”.
Y vuelve a entrenar.