Prostituyendo a la Roja

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Víctor Valdés se lesionó ayer en el gemelo en el partido que disputó la selección española en el Soccer City de Johannesburgo ante Sudáfrica. A la espera de conocer exactamente el alcance de la rotura, los más optimistas dudan que Valdés vuelva a colocarse bajo los palos del Camp Nou antes de enero. Mientras tanto, tendrá que ser José Manuel Pinto el que sustituya al de l’Hospitalet y trate de mantener los grandes números defensivos que mantiene el Barça de Martino. La lesión de Víctor llega en su mejor momento de forma. Inmerso en su última temporada, Valdés ha alcanzado su cenit justo cuando el equipo se halla más renqueante. Ahora, sin Messi durante dos meses, su baja se antoja aún más vital para un conjunto que se intuye demasiado justo.

La lesión del cancerbero se produjo en un partido sin trascendencia alguna, un encuentro organizado para sacar dinero volviendo al estadio donde se ganó el Mundial. El combinado español perdió 1-0 y cerró así una gira por África innecesaria, grotesca, absurda y que haría caer más de una cara de vergüenza en cualquier otro país. El viaje empezó en Guinea Ecuatorial, antigua colonia española y actual dictadura, en el que sería el primero de dos esperpénticos amistosos. Allí se logró el ridículo social, con los jugadores y el seleccionador evitando hablar del elefante en la habitación y con Gobierno y Federación tirándose las culpas unos a otros. Todo por no cancelar la fecha FIFA tras no encontrar nadie más con quien jugar. Se ganó 2-1 y Xabi Alonso, que volvía con la Roja, tuvo que marcharse con una contusión debido a la excesiva violencia mostrada por los contrarios. En Sudáfrica, fue el conjunto dirigido por Del Bosque el que puso su granito de arena para cubrir todo el espectro de ridículos, dejando una lamentable imagen en el campo en el que Iniesta se convirtió en héroe. En este último encuentro se produjo, además, la imagen que encabeza este artículo: Arbeloa de portero debido a que todos los cambios estaban hechos. No hay idiomas ni diccionarios suficientes para describir lo que evoca esa situación.

Tampoco es que se pueda culpar a los jugadores por el juego exhibido. Ese partido fue concebido como un evento de márketing, una fecha por la que sacar algo de dinero mandando a los protagonistas a la otra punta del mundo. Precisamente ahora que el calendario empieza a apretar, era de esperar un poco de descanso para un grupo que ya ha logrado clasificarse para el Mundial, algo de oxígeno para algunas de las maltrechas piernas de los jugadores españoles.

Demasiado esperar.

La Federación sigue dejando patente, amistoso a amistoso, que su verdadero objetivo no es otro que exprimir la gallina de los huevos de oro. Qué más da si Valdés se lesiona o si los jugadores llegan a junio hechos unos zorros. Nadie garantiza que esta selección mantenga el caché actual el año que viene. Si pagan 2.5 millones en Estados Unidos, enviemos allí al equipo, a pesar del impacto que pueda tener en la pretemporada; si en Ecuador dan 2 millones por ir a hacer el paripé, no importa que la Liga empiece en tres días; ¿3 millones en Panamá? Ya estamos tardando. Otros dos millones en Puerto Rico, 2.3 en Costa Rica. Eso por no hablar de otros amistosos como el de Corea del Sur en Suiza o contra China en Sevilla semanas antes de la Eurocopa. ¿Con qué criterios deportivos se escogen esos rivales para la preparación de un gran torneo? ¿Por qué Inglaterra puede jugar en Wembley contra Chile y Alemania y España tiene que irse a Guinea Ecuatorial y a Sudáfrica a hacer el ridículo?

Ya puede hincharse bien la boca la Federación con los logros que ha conseguido la selección española durante estos últimos cinco años. No sólo se han conseguido a pesar de ellos, sino que se están encargando de evitar que vuelvan a producirse imágenes como las de junio de 2008, julio de 2010 y 2012. Eso parece ser lo de menos cuando delante está la posibilidad de pasear a este ya veterano grupo de jugadores (que tampoco eran chavales en 2008) por medio mundo para sacar un par de millones que permitan seguir viviendo del cuento a unos cuantos que se apropian las victorias de partidos que nunca disputaron.

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