2-5. A punto

Que los partidos no se empiezan a jugar cuando el árbitro conviene es algo de sobra conocido. La pelota echa a rodar a principios de semana y los decorados varían en función del plató mientras los entrenadores juegan a ser adivinos. Cómo neutralizar a su estrella, cómo reaccionar si se adelantan, cómo controlar las diversas situaciones que se pueden presentar. De ello depende en parte la duración de los noventa minutos, que, como también todo aficionado conoce, nunca duran noventa minutos. El tiempo no es lineal ni en el césped ni en el asfalto ni en cualquier otra superficie: una hora y media puede convertirse en eterna cuando te das cuenta de que la bola de cristal del entrenador rival ha funcionado mejor que la propia.

San Mamés es uno de esos estadios donde el futuro no se atreve a entrar por miedo a salir escaldado. Tanto Luis Enrique como Valverde se habrán encontrado con interferencias esta semana, aunque ellos, hombres de fútbol, sabrán mejor que nadie aquello que dijo el presidente Eisenhower y que tan bien se aplica a la Catedral: «preparándome para las batallassiempre he pensado que los planes son inútiles, pero que planificar es indispensable«. Por eso, cuando Luis Enrique coló en la alineación a Xavi, mandó una declaración de intenciones al otro banquillo, un mensaje inequívoco en el que clamaba que el partido se iba a jugar en sus condiciones. Pocos nombres significan tanto como el que se encuentra encima del número seis del Fútbol Club Barcelona, pocos jugadores capaces de dictar a lo que van a jugar los otros veintidós. En la parte de arriba no hubo sorpresas, toda vez que el asturiano fió la tarea de encontrarse con las redes a lo mejor de Sudamérica. 

Fue Aduriz el primero que amenazó con mover el marcador mientras el Barça aún temblaba de pies a cabeza en la desapacible noche de Bilbao. Valverde, que sabe que no hay nada que caliente a los culés como el balón, se salió con la suya en unos primeros minutos muy trabados, en el que ningún conjunto salió de las trincheras. A medida que el vaho se iba alejando del Botxo y los rojiblancos dejaban sus primeros recados en las piernas de Suárez y Neymar, los azulgrana, hoy de fosforito, fueron asentándose en el campo. Fue entonces cuando Messi, en una falta tras mano de Muniain, encontró un aliado imprevisto a nueve metros y otro en la portería vasca. Un rebote y una mala reacción de Iraizoz ponían por delante a los visitantes en el primer cuarto de hora.

El partido amenazaba con ponerse a hablar con acento de Terrassa, pero este Barça le ha cogido el gusto al botón de fast-forward y no suelta el mando ni al que lo inventó. Después de que Bravo tuviese que lucirse sacando un remate a bocajarro de Aduriz, Gorka se resarció de su error haciendo lo propio con un cabezazo centrado de Suárez a centro magnífico de Messi. En San Mamés todo fluye de forma distinta y los culés, que sufrían con esa peculiaridad incluso con Guardiola, se sintieron cómodos encajando y tornando golpes en el estómago, confiando en el poder de su gancho. A él volvieron a recurrir cuando apenas habían pasado diez minutos del primero, en una combinación entre Messi y Suárez a la contra que culminó el segundo desde fuera del área.

Media hora y el Athletic paseaba su sudor por la lona, buscaba refugio peligrosamente en las cuerdas. Por entonces el partido del Barça ya estaba opositando seriamente a mejor de la temporada, como poco después estuvo a punto de sentenciar Xavi tras sentar a Gorka y sufrir un ataque de generosidad inoportuno al ceder a Neymar una ocasión que acabó en nada. Al instante, como un condenado que sale libre tras haber visto demasiado cerca el corredor de la muerte, Aduriz -siempre Aduriz-, casi aprovechó la falta de comunicación entre Piqué y Bravo, pero su cabezazo terminó topándose con el poste. El Barça tomó la ocasión como una recomendación del médico y se dispuso a relajar el partido, a pesar de que el cuerpo le pedía marcha. El resto de la primera mitad sólo dejó un par de tarjetas a Balenziaga y Alves (se perderá el próximo partido ante el Levante) y un error de Neymar con todo a favor para reducir los segundos cuarenta y cinco minutos a un trámite.

La segunda parte empezó con el Barça tratando de emular lo que hizo en Copa ante los otros rojiblancos, la sucursal atlética de Madrid. Sostenidos por un Busquets que en esas condiciones es lo más cercano a un vidente que existe sobre el pasto, puesto que siempre sabe dónde va a estar el balón y cuál es la mejor opción a elegir, y el hipnótico ritmo que transmite Xavi, los visitantes juguetearon con el área rival. Sin embargo, los vascos no tenían la presión de remontar una eliminatoria casi imposible y una clara ocasión marrada por Unai López los desperezó y devolvió la vida a San Mamés. El mensaje a los de Luis Enrique era diáfano: no os lo vamos a poner fácil, no os vamos a regalar cuarenta y cinco minutos de descuento. Mikel Rico se encargaba de materializar la amenaza y remachaba a la red un balón despejado por Bravo a remate de, quién si no, Aduriz. Quedaba media hora.

El Barça apretó a fondo el embrague, como no hay otra forma de hacerlo, y aumentó la marcha de manera inmediata. Messi estuvo a punto de poner el 1-3 al minuto siguiente, el Athletic respondió con otro acercamiento peligroso y los culés se propusieron demostrar con sangre que a ellos no les importa desobedecer al médico: Leo, esta vez sí, logró el 1-3 con la ayuda de De Marcos y Neymar el 1-4. No habían pasado ni cinco minutos del gol local cuando el Barcelona ya había vuelto a poner de manifiesto que a ellos les apetecía entregarse al vértigo con una demostración de fuerza más propia de otras épocas. En ese festival ofensivo no podía fallar Aduriz, jugador descomunal, que situó el 2-4 en el marcador con un disparo sin demasiado ángulo en el que Bravo debería haberse impuesto.

El partido entró entonces en una fase valle, un periodo de respiro, de recarga de fuerzas, tras el desquite de los dos conjuntos. Mateu Lahoz, quizá esperando que su trabajo hubiese acabado ya, se vio obligado a expulsar con roja directa a Etxeita por una entrada salvaje a la rodilla de Suárez. Con uno más, los culés no tuvieron problemas para establecer el guión del Calderón ante un rival y afición igual de encendidos. Para ese momento ya habían entrado Adriano y Rafinha por Alves y Xavi, respectivamente, mientras que Pedro fue el último cambio de Luis Enrique al sustituir a un muy abucheado Suárez a falta de diez minutos. Diez minutos en los que el Barça tomó en brazos el encuentro y lo meció hasta dormirlo. Tan hipnotizados estaban los rojiblancos que Messi se recorrió la frontal con el balón enganchado hasta que halló a Busquets tirando el desmarque y este entregó el pase de la muerte al recién entrado Pedro, el responsable de esculpir el 2-5 final en el marcador, culminando de forma sensacional el mejor partido de la temporada.

El Barça está a punto.

FICHA TÉCNICA

San Mamés.  50000 espectadores.

Árbitro: Antonio Miguel Mateu Lahoz (Comité de la Comunidad Valenciana). Amonestó a Balenziaga (39′), Alves (45′), López (68′), Gurpegi (90′) y expulsó a Etxeita (75′)

FC BARCELONA: Bravo, Alves (Adriano 68′), Piqué, Mathieu, Alba, Busquets, Xavi (Rafinha 74′), Rakitic, Neymar, Suárez (Pedro 79′) y Messi.

ATHLETIC CLUB DE BILBAO: Iraizoz, De Marcos, Etxeita, Laporte, Balenziaga (Aurtenetxe 51′), San José, Mikel Rico, Unai López, Susaeta (Beñat 69′), Muniain (Gurpegi 78′) y Aduriz.

Goles: 0-1 Messi (15′), 0-2 Suárez (25′), 1-2 Rico (59′), 1-3 De Marcos (p.p., 61′), 1-4 Neymar (64′), 2-4 Aduriz (66′), 2-5 Pedro (86′).

Lee el 1×1 del 2-5 en Bilbao.