Que viene el lobo

Real-Madrid

Si el pesimismo está grabado a fuego en la idiosincrasia culé, el entusiasmo rebosante es la marca registrada del gran rival, el Real Madrid. El tímido «aquest any sí» frente al «este año la décima«. El yin y el yang, ya saben. El ‘ai, ai, ai‘ tan típico del Camp Nou, del que uno esperaría encontrar las raíces en la propia manera de ser del catalán, trasciende fronteras –hasta el momento, autonómicas–. Si uno va, por ejemplo, a Zamora, será más fácil que encuentre un culé que mira al reloj con un 3-0 a favor en la segunda parte que otro que mire el calendario restante de Liga con 1-0 para saber cuándo podrá festejar el alirón.

Generalizar siempre conlleva cometer cierto grado de error y en este caso no iba a ser menos. Sin embargo, hay algo envidiable en esa vitalidad y ese optimismo desbordante que se disparan en el madridismo después de las victorias. El miércoles arrasaron al Schalke en Alemania con una exhibición, catapultando a su afición hasta el Nirvana. Pocos reparos se hicieron en que el rival era, posiblemente, el más débil de los octavos de final y que, por el tipo de juego de los alemanes, era un adversario idóneo para las conexiones de alta velocidad de sus puntas. Siempre que Karim juega cómodo, el conjunto de Chamartín destroza a quien ose ponerse por delante.

El inminente advenimiento de la décima Copa de Europa a falta de seis partidos contrasta con el momento que se vive al otro lado de la balanza. El Barça, prácticamente igual de clasificado que el Madrid para la siguiente ronda, se halla sumido en otra de sus muchas depresiones. El equipo culé, no obstante, se disfrazó de pretérito perfecto y se deshizo en Manchester de uno de los favoritos para ganar la competición, el único que ha podido ganar al Bayern en casa este curso. La reacción de la afición, más allá de los medios de comunicación, fue mucho más cauta que la de su contrapunto futbolístico.

Es cierto que la tendencia que dibujan ambos equipos es opuesta. El Barça alarga, con más gloria que pena hasta el momento, el final de su ciclo más exitoso y el Madrid parece que es capaz de dar un golpe de timón definitivamente en el fútbol español y europeo. No obstante, ese aparentaba ser el caso en 2012, tras la famosa Liga de los récords de Mou, y luego el conjunto de la capital fracasó a la hora de retener el trono doméstico y no llegó a rozar el continental. La historia reciente del Real en la Champions no dista demasiado de la de Pedro y el lobo. La única diferencia es que, en este caso, a los gritos de Pedro se les unen los de sus convecinos, en un ejercicio de insania colectiva que sólo acaba ante el doloroso estruendo que produce la llegada del mes de mayo.

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