¿Partidarios de la felicidad?

archibald

Muchos no lo recordarán, otros simplemente lo negarán y los más se harán los ofendidos, preguntándose cómo puedo sostener yo tal cosa sin que se me caiga la cara de vergüenza. Lo crean o no, les guste o no, una buena parte de la afición del Barça dio la espalda al equipo de Guardiola en sus comienzos, mucho más allá de los primeros partidos. Tras aquellos dos primeros tropiezos, el equipo comenzó a encadenar goleada tras goleada pero al levantar la vista buscando un lleno cómplice en la grada, miles de asientos vacíos les saludaban diciendo ‘que os den‘, como si aquella manera de disfrutar no fuese con ellos. “Si no se ha estado llenando el campo del Barça esta temporada, puede que haya sido porque el equipo es demasiado verdadero y serio y juega al más puro fútbol, al fútbol a secas”, escribía entonces Eduardo Vila-Matas en un artículo hecho de pequeños apuntes, fantástico, que dedicó a Ramón Besa y Gonzalo Suárez y tituló ‘Partidarios de la felicidad’ (Diario de las tres temporadas triunfales de Guardiola).

Hasta aquí, el asunto podría no tener mayor importancia, no pasaría de simple anécdota. Incluso habría, a buen seguro, quien tratase de explicarlo como la consecuencia lógica tras dos años de desastres continuados. Pero, miren por dónde, el equipo enlazó un par de malos resultados y el campo volvió a llenarse, a saber realmente con qué intenciones. “Esperamos que ayer no se inaugurara una relación directa entre fútbol escuálido y asistencia en aumento”, se sorprendía Vila-Matas. “De ser así, habrá que pedir al socio que siga en su casa”. Sostiene el autor catalán la teoría de que, frente al clásico aficionado sufridor, acostumbrado a celebrar derrotas y reclamar revanchas, surgía un nuevo barcelonismo, los partidarios de la felicidad, aquellos que abogaban por ganar, por disfrutar, por competir con un estilo en el que “puedan reconocer su parentesco con los dioses”.

En realidad, sospecha uno que de parientes de la divinidad siempre estuvo el club lleno y que, más allá del modo concreto en que encuentran placer los aficionados, las brechas abiertas entre la gent blaugrana tienen su origen en la vanidad e ignorancia de una parte, incapaces de reconocerse a si mismos como lo que son: meros aficionados. Mientras algunos, una minoría, insisten en que las decisiones deportivas las asuman los técnicos mejor preparados posibles, la mayoría celebran eufóricos la llegada de Luis Enrique, el mismo a quien por la mañana votaron como su favorito, en las encuestas de Internet. Me recuerda a la famosa anécdota donde Sir Bobby Robson, en un hotel londinense, explica a Núñez su modelo de juego apoyándose en vasos, tazas y demás cubiertos. En un momento concreto de la explicación, el entonces presidente se emociona, y comienza a ordenar a las tazas que suban por la banda, tira paredes con tenedores de postre que ocupan el interior, y todos los centros al área los remata una formidable tetera. Los vítores de Gaspart y Parera son tales que despiertan a Nicolás Casaus, dormido a media explicación del inglés, más o menos.

Uno compara semejantes actitudes con el discurso habitual de Cruyff y resulta sencillo entender el escaso aprecio que muchos sienten por el holandés, un entrenador que nunca consintió ni un triste ‘pienso que‘ a ningún directivo ni aficionado. “Usted no piense”, les contestaba. ¿Desde cuándo supuso la ignorancia un freno para no dar lecciones sobre casi todo? Esto ya lo decía Larra, doscientos años atrás, y eso que todavía no sospechaba lo que estaba por venir, con repliegues, pivotes y 3-4-3. “Si no entiende alguna de mis decisiones, puedo explicarlo las veces que haga falta, pero nunca discutirlo con quien no sabe”. Intuyo lo humillante que esto puede resultar al aficionado que confunde su vanidad con profundo conocimiento, aunque peor sería confundirla con gases, dónde va a parar.

Personalmente, a mi me daría mucho miedo que las decisiones del club coincidan con mis opiniones y, aunque no lo quieran ustedes creer ni admitir, en escuchar a los sabios suele residir la diferencia entre el éxito y el fracaso, entre las risas y el llanto; entre fichar a Hugo Sánchez o fichar a Pércival.

“¿Como van las gestiones con el Tottenham, President?»
– “Pércival es un fenómeno. Lo ficharemos”
(Josep Lluís Núñez, sobre el fichaje de Steve Archibald)

Rafa Cabeleira es… Rafa Cabeleira.

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