Existe la extendida creencia –especial y casualmente desde hace dos temporadas– de que algunas ligas europeas de fútbol son poco menos que una broma, que su nivel competitivo es un desastre y que es normal que algunos equipos las ganen prácticamente sin bajar del autobús. La Bundesliga es el más claro ejemplo de esa creencia, mientras la Premier inglesa representa, a los ojos de la gente, el caso opuesto.
Uno tiene la sensación de que el nivel competitivo de las ligas europeas hay que valorarlo no en los resultados de los torneos domésticos, sino cuando sus equipos salen a disputar las competiciones continentales. Y ahí, por lo menos en los últimos años, los resultados contradicen las opiniones prefijadas.
En la fase de octavos de final de la Champions League, el fútbol alemán tiene cuatro contendientes. De ellos, salvo el Schalke 04, prácticamente eliminado ya por el Real Madrid, todos tienen opciones de plantarse en la siguiente ronda. El Bayern de Múnich afrontará la vuelta ante el Shakhtar con un 0-0 obtenido en Ucrania, el Leverkusen visitará el Vicente Calderón con un gol de ventaja y el Borussia Dortmund tendrá que batallar con la Juventus para levantar el 2-1 que encajó en Italia.
En esa misma fase de la competición, la Premier tiene tres representantes. El Chelsea de José Mourinho es quien mejor lo tiene para pasar a cuartos después del empate a uno frente al PSG, mientras que el Arsenal está prácticamente fuera (perdió 1-3 en casa ante el Mónaco) y el Manchester City tiene poco menos que imposible remontar su eliminatoria frente al Barça.
Si bajamos a la Europa League, sólo el Everton ha sido capaz de pasar de ronda en una fase que ha perdido por el camino a su rival ciudadano, el Liverpool, y al Tottenham de Londres. En Alemania, 50% de efectividad: eliminado el Moenchengladbach a manos del Sevilla y éxito del Wolfsburgo, que sí se clasificó.
Pero si dejamos de lado la Bundesliga y la Premier, veremos que la Serie A italiana, que hace unas décadas era la competición más atractiva económicamente y por número de estrellas, ha hecho pleno. Sus cinco representantes (Torino, Roma, Nápoles, Inter y Fiorentina) estarán en octavos de final, si bien es cierto que sólo la Juventus sigue viva en una Champions League de la que cayeron a las primeras de cambio tres de los clubes que siguen en Europa League.
Entonces, ¿la competitividad de una liga debe medirse por quién la gana o por lo que ocurre con sus equipos cuando se enfrentan a los de otros países? ¿Es la Bundesliga una broma cuando en los últimos 11 años ha tenido 5 campeones diferentes? ¿Lo es la Premier con cuatro equipos repartiéndose el título en ese mismo período? ¿Nos estamos dejando llevar por ideas predeterminadas en función de filias o fobias o caemos en las redes del marketing para comprar un producto u otro?
Curiosamente, la liga con más títulos en la última década es la española, gracias a los tres campeonatos del Barça y al que obtuvo el Real Madrid frente al Atlético. Después se sitúan Premier (uno para Liverpool, Manchester United y Chelsea), la Serie A (Milan e Inter) y la Bundesliga (un triunfo para el Bayern de Múnich). Sin embargo y a excepción de la última edición, entre 2005 y 2014 la final de la Champions League ha tenido siempre un finalista inglés o alemán. ¿De verdad hay tanta diferencia?