Desde 1999, el año en el que los Browns regresaron a Cleveland, muchas cosas han cambiado: los ordenadores cuentan su memoria por gigas y no por megas, esa cosa llamada Internet llega a prácticamente todos los rincones del planeta, Star Wars estrenará otra nueva trilogía (aunque La amenaza fantasma seguirá siendo la peor película de la saga sin importar cuántas secuelas hagan) y los móviles ya no se usan para llamar. Todo es diferente. Todo, excepto si eres un aficionado de los Browns.
Johnny Manziel tenía siete años y más o menos la misma altura que ahora cuando los Browns volvieron a Cleveland y desde entonces veinte quarterbacks han sido titulares en el equipo en el que ahora milita. Durante estos quince años, los Browns se han especializado en tres cosas: perder mucho, elegir QBs en primera ronda y volver a perder para elegir de nuevo QBs en primera ronda. Tanto es así que uno puede reconocer por la calle a un seguidor de los Browns cuando escucha «Un ciclo sin fin» como tono de llamada, la canción oficial de Cleveland que vale para cualquiera de sus franquicias deportivas.
La estrella de la Texas A&M venía dispuesta a acabar con eso. Las ventas del Episodio IV de Star Wars se dispararon este verano en Believeland al mismo ritmo al que el carismático QB vendía camisetas. Elegido en la posición 22 de la primera ronda del sorteo universitario después de que los Browns no hicieran lo propio en su primera elección de la noche, Johnny Manziel se vendía así mismo ante los necesitados aficionados de Cleveland con la promesa de ser el QB definitivo, el que lograría traer la paz a la galaxia victorias de nuevo a la segunda ciudad más poblada de Ohio y la más sufrida de largo.
Los meses de verano se hicieron extremadamente largos en las orillas del lago Erie a la espera de ver al equipo favorito de la ciudad. Ni el regreso de LeBron James quitó protagonismo a la franquicia de fútbol americano. La primera noticia que llegó del campo de entrenamiento no fue demasiado alentadora: Brian Hoyer empezaría la temporada como titular. Sin embargo, Hoyer era un chico de Cleveland, su registro antes de lesionarse había sido 3-0 y se veía como la oportunidad para que Manziel aprendiera. La pretemporada dejó algunos destellos de Johnny, pero también hizo realidad algunas de las predicciones de aquellos más críticos con él.
Ya bien entrados en la temporada, los Browns mantenían todas las esperanzas de llegar a playoff en una división en la que todos los equipos llegaron a contar en una misma semana con siete victorias. Nadie aflojaba en la AFC North, la división que comparten con Baltimore, los vecinos de Cincinnati y Pittsburgh, pero tampoco nadie daba el paso definitivo para lograr el título divisional. En estas fue cuando a Hoyer se le acabó el desodorante, el que había empezado a fallar ya desde la fatídica lesión de Alex Mack. El juego de carrera dejó de ser efectivo, la vuelta de Josh Gordon -uno de los mejores receptores de la NFL– no fue suficiente estímulo para aumentar el nivel de Brian y sólo una brillante defensa sostenía vivos a los Browns.
En estas condiciones debutó Johnny Manziel. En Buffalo, con el partido ya perdido en el último cuarto y tras un horrible partido del titular Hoyer, el QB novato saltó al campo. Y saltó la chispa: primer ataque, touchdown en carrera. Puro Manziel. En el segundo ya no funcionó, pero la semilla de la esperanza ya había sido plantada. Y no hay jardineros más ansiosos que los de Cleveland. La semana siguiente, con Hoyer muy cuestionado, Johnny no jugó y su compañero volvió a realizar un esperpéntico encuentro ante los Colts. Entonces sí, llegó el momento que Johnny y muchos aficionados de los Browns habían estado esperando: Manziel era designado titular para el trascendental partido divisional en casa ante los Bengals, en el que los Browns de perder quedarían eliminados.
Fue una semana de ensoñaciones en Cleveland y de mucha expectación en la NFL. Todos querían ver a Manziel debutar y además en un contexto de mucha presión para un rookie. El domingo llegó. Y con él la eliminación de los Browns. El equipo colapsó en ataque y en defensa y Johnny se vio superado por todos los frentes. No sólo pareció un novato, sino que pareció un rookie de los malos, de esos que estaban tan acostumbrados a ver en Cleveland. Lento, sin leer bien el partido, sin poder correr e interceptado en dos ocasiones, el ex de la A&M tuvo el peor QB Rating (una herramienta para valorar el partido de un quarterback desde una perspectiva puramente estadística) desde que se registra este valor. Los Browns acabaron el partido sin poder anotar ni un solo punto y con el estadio sumido en la habitual depresión de diciembre, quizá esta aún más profunda. Porque esta vez Cleveland sí tenía equipo para soñar.
Esta semana, ante los Panthers, Johnny dijo adiós a su primera temporada en la NFL de forma prematura. En una de sus habituales escapadas, dos defensas rivales lo llevaron al suelo con violencia y al levantarse se dio cuenta de que algo no andaba bien: se había lesionado los isquios de su pierna izquierda. Estaba fuera del partido. Los Browns, con Hoyer al mando, no pudieron remontar el partido y anotaron otro partido más en su columna de derrotas, la octava de la temporada.
La derrota habría quedado ahí, en una simple derrota con el equipo ya eliminado, de no ser por las dudas que vuelve a dejar en las oficinas ya normalmente movidas de los Browns. La lesión de Manziel junto a su mal juego en los dos partidos que comenzó de titular cumple los presagios más agoreros de los detractores de Johnny: su durabilidad en una Liga en la que los defensas se mueven a una velocidad muy diferente a la de la universidad y la adaptación de su estilo en la NFL. ¿Es la lesión de Manziel una casualidad en el momento más inoportuno posible o es el inicio de una tendencia? ¿Puede Johnny implantar su estilo en la NFL o está condenado a ser otro fracaso más en la pila de los Browns? Por otro lado, los que cuestionaban la ética de trabajo del QB seguramente tengan algo de razón, ya que es difícil de creer que Hoyer hubiese durado tanto de titular de haber mostrado Manziel la implicación adecuada.
Los Browns vuelven a la casilla de partida por enésimo verano consecutivo, pero no debería ser así. Con una muy buena defensa y un receptor entre la élite de la Liga, los Browns necesitan ahora la paciencia que no han tenido desde su regreso a Ohio. Hoyer, en último año de contrato, no debería ser renovado, ya que ha quedado patente este año lo que es capaz de hacer (y, especialmente, lo que no es capaz de hacer). A Manziel se le debería dar la oportunidad de trabajar todo el invierno y la primavera en su juego y darle la confianza para empezar como titular la temporada que viene, resguardándose si es necesario con un QB elegido en las últimas rondas del draft o, lo más coherente, fichando a un veterano. Johnny Football tiene cualidades futbolísticas de sobra para triunfar en la Liga y para sacar a Cleveland del eterno Día de la Marmota en el que viven. Para acabar, de una vez por todas, con la peor pesadilla de los Browns.