El Barça traspasa a seis jugadores, entre ellos los indiscutibles Pepe, Juan y Jaime, se mira a si mismo y decide, tras consensuar la marcha del entrenador, colocar en el banquillo a quien, por encima del nombre y el currículum, asegura retomar un camino firme e indisimulado en que el balón vuelva a ser la clave de todo. Ese nuevo entrenador conviene con el Director Deportivo dar sitio en el vestuario a cuatro destacados jugadores del filial, de los que todo el mundo habla maravillas, y recupera a un par de cedidos llamados a liderar el futuro a medio plazo.
En verano el entorno del club elogia de manera unánime la decisión, aceptando que el presidente, el Director Deportivo, el entrenador, el capitán y los pesos pesados del vestuario advierten de la dificultad de la empresa y avisan que este Barça está desprovisto de cualquier etiqueta de favorito. La Masia, aquella filosofía de la que todos se llenan la boca en época de ‘Vacas gordas‘, se ha convertido en el punto cardinal de todo y se multiplican los discursos orgullosos por el rumbo que ha decidido tomar la entidad.
Empieza la pretemporada y se contempla, de entrada, que se ha recuperado aquello que un día se dio por llamar la Cultura del esfuerzo. El primer amistoso se salda con goleada y con tres dianas del chaval aquel que tanto dio que hablar los últimos tiempos en la cantera. Hay otro central, jovenzuelo, que se presenta como el nuevo Puyol y en el centro maravilla el desparpajo y dirección de un cedido que vuelve con galones. Messi vuelve a sonreir y hay una unanimidad plena respecto al futuro que aguarda.
Un mundo ideal… Que recibe el primer revolcón cuando en la jornada inaugural de la Liga el Barça pierde en Riazor ante el recién ascendido Deportivo y en el que se abre camino la duda cuando en la segunda se gana por la mínima al Rayo Vallecano. A la tercera se empata en Cornellà y cinco puntos por debajo del Real Madrid ya se empieza a discutir abiertamente la validez de esa apuesta. El entrenador proclama que la idea de juego «es intocable» por mucho que en el entorno las críticas van ganando terreno a la paciencia y a la que en la primera jornada de Champions el Borussia Dortmund empata en el Camp Nou mientras Real Madrid, PSG o Manchester City golean estalla la crisis.
A finales de septiembre aquel técnico elogiado por todos está solo. La consideración por esos canteranos que se iban a comer el mundo ha mutado y ahora apenas son vistos como meros comparsas. En cinco jornadas de Liga el Barça ha perdido un partido y empatado dos, sumando ocho puntos de quince posibles y viendo al líder a lo lejos. Y también a un par de perseguidores.
El disco duro de los tertulianos ha borrado de su memoria los elogios y aparecen las primeras portadas reclamando decisiones. Más aún, ya se habla del mercado de invierno, se apunta a tal entrenador «de brillante currículum y con galones» que está libre y se apunta a que dos o tres cracks podrían ser fichados en enero. El ‘Menos rondo y más resultados‘ ha ganado la batalla y el bombardeo es tan incesante que todo salta por los aires.
Apenas tres meses antes, en julio, se había convenido en comenzar un camino nuevo, mirándose al espejo y trabajando con unos plazos bien marcados en que la apuesta, la filosofía, estaría, debería estar, por encima de los resultados inmediatos. Todo fue una mentira.