Tras la dolorosa –aunque no imprevisible– eliminación del equipo blaugrana en la Copa, uno de los pocos títulos que se antojaban propicios, se hace necesario un Cónclave Culer para analizar la situación del club y la dirección a tomar.
Dando por bueno el argumento de Xavi de que el equipo está en construcción, aun cuando el enorme trabajo de la dirección deportiva durante el verano pasado invitaba a una temporada para afianzar el dominio en la Liga y asistir por fin al resurgimiento en Europa, se plantean diversas dudas existenciales cuando, en un contexto como el actual, alejados de la lucha por el título en Liga y con impensables opciones de disputar la Champions, ni el aficionado de a pie sabe si echar mano del ramillete de jugadores jóvenes y prometedores del que dispone Xavi.
No se decanta uno por darles continuidad o por protegerles, visto que el rendimiento de la casi totalidad de la plantilla ha ido menguando a medida que han ido disputando minutos. Uno se ilusiona con jugadores como Lamine y Cubarsí, que muestran una madurez y aplomo impropios de su edad, pero luego cae en la cuenta de la curva de rendimiento de Baldé cuando se supo titular indiscutible.
Lo cierto es que (una vez más) la muy delicada situación económica ha hecho necesaria la aparición precoz de muchos de ellos. Y hete aquí que, siendo lo único ilusionante en lo que llevamos de temporada, es el propio entrenador el que aplicando aún más medidas cautelares de las que el club puede asumir, apela al discurso oficial de la protección para no cargarles en exceso de responsabilidad.
Sin embargo, el mismo discurso oficial hace meses que ponía las expectativas altas en otro jugador de 18 años como Vitor Roque, brasileño este… y una vez más, es el propio entrenador quien se afana en enfriarlas.
Y uno, existencialmente, se pregunta: ¿Qué dirección llevamos? ¿Qué sentido tiene que la dirección deportiva rastree el mercado brasileño en busca de joyas, si una vez que las tienes, el entrenador las relega a ser una tercera o cuarta opción? ¿Qué sentido tiene anteponer a ese presunto fichaje rutilante, jugadores canteranos a los que luego no se les da continuidad con el argumento de que hay que protegerles? ¿Qué sentido tiene pagarle favores a Mendes, quien se permite anunciar que sus dos Joaos representados acabarán fichando?
Es incomprensible que ante la acuciante falta de gol y de liquidez, el club gaste el dinero que no tiene en un delantero centro que no se va a aprovechar, igual que lo haría en el caso de los dos portugueses, todos víctimas del inevitable «proceso de adaptación». Bastan pocas semanas para que invariablemente todos caigan en una especie de depresión y asuman un rol menor respecto de aquel por el que fueron contratados.
En sólo tres semanas desde su presentación, Vitor Roque ha pasado de ser un fichaje ilusionante a un enigma más en la larga colección de fichajes sospechosos que nos contempla. Pero más incomprensible aún es que, visto el resultado, el club anuncie que va a realizar un mayor scouting de jóvenes promesas brasileñas tal como publicó ayer Sport.
En cuanto al modelo deportivo, uno no sabe muy bien si se va en una dirección o en otra. Tal como avanza la temporada, crecen las sospechas y muy pocos confían en que Xavi pueda obtener mejor rendimiento la plantilla confeccionada para competir al máximo nivel, tal como se prometió. El enorme trabajo de la anterior dirección deportiva durante el pasado verano parece haber caído en saco roto. Tras ganar la Liga, el aficionado se las prometía muy felices y las aspiraciones estaban en todo lo alto.
El argumento (excusa) de moda es que no se ha traído el medio centro prometido, verdadera piedra angular del proyecto. Pero claro, uno se pregunta inevitablemente si de haber llegado, no estaría rindiendo por debajo de su nivel habitual.