Al grito de «Omaha!«, el quarterback de los Broncos, Peyton Manning, ha liderado el mejor ataque de la historia de la NFL hasta la Super Bowl. Allí les espera la mejor defensa del campeonato, una línea que, como la ofensiva de Denver, se ha hecho ya un hueco en la historia de este deporte con tantos y tantos grandes equipos a sus espaldas. Este domingo, Nueva York y el mundo serán testigos de uno de los partidos más fervientemente deseados por todos aquellos aficionados al fútbol americano, el encuentro que más expectación ha levantado en años: el mejor ataque contra la mejor defensa, el juego por aire de récord de Denver contra la mejor defensa contra el pase que uno puede recordar en mucho tiempo.
Más allá de lo que pueda indicar la lógica, no es nada frecuente que en el partido de febrero, Batman se encuentre cara a cara con el Joker. Los choques entre el equipo más dominante a un lado de la pelota con el más poderoso en el otro se pueden contar con los dedos de una mano: de cuarenta y siete Super Bowl disputadas, únicamente ha ocurrido en cinco ocasiones y las probabilidades no se alían con el fabuloso mariscal de campo de los Broncos, ya que en cuatro ganó la defensa. Sólo la combinación perfecta entre Montana y Rice, considerados ambos como los mejores de la historia en sus respectivas posiciones, consiguió que la defensa número uno hincara la rodilla.
La explicación cabe buscarla en la misma esencia del deporte y en la configuración de la temporada. A pesar de que se puede argumentar que es corta -da comienzo en septiembre y a mitad de enero sólo quedan dos equipos vivos-, el fútbol americano vive y bebe del contacto físico, de los tackles violentos y poderosos. Ya lo dijo J.J. Watt, uno de los mejores defensas de la Liga, tras acabar un partido con la nariz sangrando y seis puntos adornando su cara: «I hit people for a living«. Es decir, golpear a los rivales es su manera de ganarse la vida. Todo ello pasa factura a los protagonistas, como no podía ser de otra forma. Los equipos acarrean cada semana una lista más pesada de bajas y los que eran dominantes la primera semana se convierten rápidamente en dominados en un corto lapso de tiempo.
Los Broncos, sin embargo, han ido sorteando la enfermería y han llegado sanos al tramo clave de la temporada, ese en el que para nada importan los récords. Enero es el mes de David, pero esta vez Goliat ha aguantado con facilidad las embestidas. Y eso que Manning, alma indiscutible del conjunto de las Montañas Rocosas, compareció varias semanas con esguinces en ambos tobillos, pero ni esa condición adversa pudo interponerse entre Peyton y su cita con la historia. De él se ha escrito mucho desde que aterrizó en la Liga, seleccionado el primero de su Draft por los Colts de Indianápolis. Tan o más inteligente como cualquiera que haya jugado en su mismo lugar, a sus espaldas lleva doce temporadas con más de diez victorias en temporada regular, líder en absoluto en este apartado. No obstante, a pesar de sus brillantes datos, sólo había alcanzado el gran partido en dos ocasiones (2007 y 2010), ganando en la primera a los Bears y sucumbiendo ante los Saints de Brees en la segunda. Sus números sufrían también un importante revés cada vez que diciembre se empezaba a difuminar en el retrovisor y observaba como su hermano Eli, discreto estadísticamente, se enfundaba dos anillos de campeón tras dos post-temporadas espectaculares.
Peyton ha dicho basta este año. Con un 2011 que fue un calvario para él, hasta el punto de que la retirada fue la opción más plausible, y siendo cortado por el equipo de toda su vida, ha hecho de los Broncos un conjunto de récord en 2013: 606 puntos (589 era el récord anterior, en manos de los Patriots de 2007), 76 touchdowns (batieron los 75 también de los Pats de 2007), cinco jugadores con más de diez TD (superando por dos jugadores la marca anterior) y, a nivel individual, Manning fulminó los 50 TD de Brady en 2007 dejando el listón en 55 y superó por una única yarda las 5.476 yardas de Brees en 2011. Por si fuese poco, en playoffs ha despachado a sus dos rivales con una facilidad inusual para esta clase de partidos, acumulando 630 yardas, cuatro TD y una sola interceptación con un impresionante 72.2% de pases completados. Las dudas acerca de su juego en enero se han disipado completamente y está mejor que nunca a sus casi 38 años.
El mítico 18 no está solo en la labor de llevar a los Broncos hasta levantar el Trofeo Vince Lombardi. Su cuerpo de receptores, formado por Demaryius Thomas (1430 yd, 14 TD), Eric Decker (1288 yd, 11 TD), Wes Welker (778 yd, 10 TD) y el tight end Julius Thomas (788 yd, 12 TD) es formidable y ha sobrevivido a todas las defensas. Por si fuera poco, cuentan con un buen corredor en la figura de Knowshon Moreno (1038 yd, 10 TD y un más que aceptable 4.3 yardas por carrera) que es también otra arma en el pase para Manning con más de 500 yardas en recepciones. Montee Ball, el corredor suplente, es un gran complemento para la ofensiva y ha llegado en un excelente estado de forma a la cita de Nueva York. Y todos ellos respaldados por una línea ofensiva que ha reducido los sacks a Manning a sólo 20, la mejor marca de la Liga.
Al otro lado de la pelota se halla una defensa que ha recibido las migajas del titánico crédito atribuido al ataque. Partiendo de que es imposible estar a la altura de la línea comandada por Peyton, el coordinador defensivo Jack del Rio ha hecho un muy buen trabajo este año. No ha puesto en liza números espectaculares (al fin y al cabo, Denver ha acabado el año como la decimonovena defensa en yardas concedidas y la vigesimosegunda en puntos permitidos), pero hay que poner en contexto las cifras: con un ataque de carácter tan anotador y que recorre el campo a ritmo de sprint, la defensa va a tener que salir al campo en más ocasiones y, además, con el deber de salvaguardar las salvajes ventajas que consigue el ataque, lo que significa afrontar situaciones en las que el equipo rival tiene que anotar sí o sí para mantenerse vivos.
Secar hasta la frustración al quinto (Chargers) y al séptimo mejor ataque (los Patriots de Brady) no es tarea nada sencilla y lo es menos cuando la Super Bowl se otea en el horizonte. Aún es más complicado cuando tu mejor hombre, el magnífico linebacker Von Miller, está en la lista de lesionados de larga duración. Jugadores como Danny Trevathan, Terrance Knighton y Shaun Phillips han dado un paso adelante para convertir el front seven de Denver en una engrasada máquina de presionar al quarterback. El futuro hall of famer Champ Baley se ha ganado con creces el derecho a acudir a su primera Super Bowl a los 35 años tras una gran carrera como cornerback, resultando decisivo en enero, así como Rodgers-Cromartie, el jugador que se halla en la otra punta del terreno de juego y que por fin está jugando al nivel por el que se le firmó el año anterior. Los safeties, la zona más frágil de la defensa de los Broncos, han solventado con éxito el poco trabajo que han tenido.
Este gran cambio es tanto mérito de los jugadores que forman la línea defensiva como del muy astuto plan de juego diseñado por John Fox y ejecutado a la perfección por Manning y que ha llevado a los Broncos a una media de más de 35 minutos de tiempo de posesión en estos dos partidos de playoff. Con ataques eternos, la defensa tiene más tiempo para descansar y estudiar las alternativas que le plantea el rival, para responderlas así con anticipación y limitar el daño. El vertiginoso ataque de Denver, culpable de algunos de los males de la otra línea del equipo durante la temporada regular, ha bajado un par de marchas la velocidad, siendo igualmente letal, pero concediendo un respiro necesario a su defensa que esta ha agradecido con un nivel espectacular de juego.
Así las cosas, el domingo parece la ocasión perfecta para que Manning se haga con su segundo anillo, un anillo de campeón que este gran deporte le debe a quizá el mejor jugador que haya lanzado un balón en toda su historia. Con un ataque con tantas opciones que la única manera de definirlo es recurriendo a la imagen de una navaja suiza, la poderosa defensa de Seattle va a tener más trabajo que nunca y no es para nada descabellado imaginar a Russell Wilson obligado a remontar déficits importantes ya en la primera parte. Y cuidado, porque la defensiva de Denver no es tan mala como sus datos en temporada regular sugieren y Lynch tendrá un día duro si quiere superar los férreos planteamientos de Del Rio.
Es, por fin, la hora de Peyton Manning.