El Barça se lleva un derbi con mal ambiente

El Barça se llevó la primera parte de una eliminatoria de Copa del Rey que no pasará a la historia por el fútbol visto sobre el césped, que lo hubo, sino por el arrabalerismo previo y, sobretodo, posterior.

Después de la meada fuera de tiesto del presidente del Espanyol hablando de nacionalbarcelonismo, algo bastante habitual se llame como se llame el inquilino de la poltrona blanquiazul, se habían vendido todos los números para que el segundo de los tres derbis programados para este mes de enero se fuera calentando sin remedio. Collet, enfadado con algún periodista que habló de violencia en Cornellà, decidió agarrar un bidón de gasolina para hacer de una chispa apenas imperceptible el incendio del Windsor. Y así, con esa coyuntura y con el propio Collet ausente del palco del Camp Nou, saltaron los dos equipos al césped.

El once que dispuso Galca proponía un partido abierto, con tres hombres arriba y con la clara intención de disputarle el balón al Barça. El Espanyol salió con las líneas juntas y adelantadas, presionando la salida del equipo de Luis Enrique para provocar un error. El fallo llegó, Dani Alves perdió la pelota y permitió a Asensio asistir a Caicedo para adelantar a su equipo.

Empató pronto Messi, quién si no, tras un delicioso pase de Iniesta en la continuación de una jugada en la que previamente Martínez Munuera había hecho la vista gorda a un penalti del mismo tamaño. El partido era un correcalles donde el Barça aceptaba el intercambio de golpes tirando de velocidad más que de control, mientras que el Espanyol esperaba enganchar alguna que otra contra.

Y cuando parecía que se iba a llegar al descanso en tablas, apreció de nuevo Leo Messi para clavar un tiro libre en la portería visitante con un violento izquierdazo que sorprendió a un Pau López empeñado en convertirse en la versión 3.0 de Buyo o Cañizares para el Camp Nou. Lo hizo perdiendo tiempo en cada servicio, manteniendo un duelo dialéctico con un Luis Suárez que no se mordió nunca la lengua o protestando cualquier acción, pero sobre todo con una injustificable agresión a Messi en forma de pisotón. Una acción tan vil, indigna y cobarde como imprudente que de haber sido vista por el árbitro no solo habría supuesto su expulsión, sino también penalti contra su equipo.

Ocurre que hacer enfadar a Messi no es un buen negocio para nadie. Lo comprobó Balenziaga en la última final de Copa y lo ha notado también Pau López. Messi no volvió a marcar, pero tuvo suficiente con dar dos asistencias a sus compañeros. Tras descanso, el Espanyol se descompuso con la misma velocidad con la que el Barça salió decidido a sentenciar la eliminatoria. A los cuatro minutos, Piqué hacía el 3-1 a la salida de un córner y el equipo visitante vio cómo dos de sus futbolistas eran expulsados. Primero Hernán por dos tarjetas de novato y luego Diop por insultar a Suárez. Los nueve de Galca se limitaron a intentar aguantar el vendaval como pudieron hasta que Neymar, diana preferida de sus defensas, hacía el cuarto gol azulgrana.

Los últimos veinte minutos de partido fueron cualquier cosa menos partido. Una protesta tras otra, una disputa tras otra y, claro, el eterno cabreo porque Neymar intentara una acrobacia que no fue premiada no con un beso y un adiós, sino con una caricia y un insulto. Ya no importaban los goles, la eliminatoria ni el fútbol. Lo que importaba es ‘la campaña’, ese sustantivo que de tanto usarlo –Florentino Pérez, Rafa Benítez y ahora Collet y Javi López– comienza a perder su significado.

No es nueva en el fútbol la excusa de recurrir a los tópicos para eludir la falta de fútbol o para ocultar los complejos. El mismo barcelonismo lo hizo durante décadas hasta que un holandés flaco y con personalidad demostró que el camino hacia el éxito pasaba por el destierro de esa mala costumbre. Lo que sí empieza a serlo es terminar los encuentros citándose para reventarse, como los macarras de discoteca, en la calle o en el próximo partido.

El miércoles, en Cornellà, espera la vuelta. Y, en principio, no será más que un partido de fútbol. Pero tranquilos, que queda tiempo para que unos y otros puedan estropearlo más. Ya se han puesto manos a la obra.

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